Entre el desorden, la incertidumbre y el optimismo
Opinión

Entre el desorden, la incertidumbre y el optimismo

Termina el cuatrienio de la transición posacuerdo, y empieza un año preelectotal atipico, con un escenario de catástrofe que también puede ser de oportunidades

Por:
julio 23, 2021
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Inicia un año preelectoral realmente atípico. Y el escenario no puede ser más catastrófico y deplorable; las imágenes que apreciamos los colombianos el 20 de Julio, son la gota que rebozó la copa, nos movemos entre el desorden, la incertidumbre y el optimismo.

Con una profunda polarización ideológica que infunde miedo, una protesta sostenida que moviliza a miles de inconformes y que se ha tornado violenta. Una “primera línea” que desafía la institucionalidad. Unas cifras de homicidio que no ceden, el hurto disparado y la percepción de inseguridad y la desconfianza social en indicadores históricos. El caos y deterioro de lo público en Bogotá, Cali y Medellín, incita impotencia, temor e intranquilidad, aunado a la falta de carácter y autoridad de sus burgomaestres. Con una inmigración venezolana salida de control y cuya molestia constante tiene hastiado al ciudadano. Y finalmente, con cifras récord de cultivos ilícitos, producción de toneladas de cocaina y acciones terroristas de impacto que han colocado en jaque a la democracia, como fue el atentado al presidente de la República en la ciudad de Cúcuta.

El 20 de Julio, la izquierda radical dio señales precisas de la Colombia que quieren “refundar”. Con ataques frontales y desmedidos a la institucionalidad, muy acertado del primer mandatario no presenciar la actitud ofensiva, antipatriótica y beligerante en la instalación del periodo legislativo. Exhibir nuestra bandera al revés y usar símbolos de violencia en el seno de la democracia es antidemocrático y  muestra de un ejercicio de oposición extrema, resentido y lleno de odio. Muy lamentable además, que los soldados y policías sean vilipendiados y tratados de asesinos por una izquierda enardecida, precisamente en una fecha de profundo significado patrio y desde el Congreso de la República. ¡Qué ironía!

El desorden en el que nos tiene sumergidos la izquierda radical es señal premonitoria de lo que sería un país bajo su gobierno. Movilizan a los más vulnerables para someterlos a un asistencialismo inútil, que los catapulta en la pobreza y los convierte en bastión de una dictadura de inimaginables proporciones. La denominada “primera línea” es claro ejemplo, algo así como comandos de defensa de la revolución, que regularían el orden ciudadano, harían inteligencia social, una especie de policía arbitraria, inconducta, desinstitucionalizada.

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Construir opciones de centro racional independientemente de las ideologías es una alternativa saludable y apremiante para el país

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 Construir opciones de centro racional independientemente de las ideologías es una alternativa saludable y apremiante para el país. Los extremos son perjudiciales para las democracias y qué mejor que avanzar con visión gerencial de país, para atraer la inversión extranjera y resolver asuntos pendientes en educación, desarrollo social e implementación de la Paz. No podemos seguir siendo indiferentes ante quienes buscan destruir la institucionalidad.

Este año preelectoral, será el primero sin unas Farc que tantas heridas causó a los certámenes democráticos, es un punto a favor. Pero siguen vigentes el ELN, las disidencias y las bandas criminales, que financiándose del narcotráfico, privilegian el terrorismo, el plan pistola y los ataques a la infraestructura estratégica de la nación. Seguramente desde ya preparan sus planes para sabotear las elecciones, lo que demanda de una Fuerza Pública superior, con extrema Inteligencia, poder de anticipación y capacidad de respuesta. Afinar su estrategia, ir por las cabezas y eliminar las economías criminales, sigue siendo una constante.

Hay suficientes razones y motivaciones para ser optimistas. Las Fuerzas del Orden son el sostén de la democracia y serán invencibles como hasta ahora. No habrá izquierda radical, “primera línea” o amenaza criminal que pueda someter a unas mayorías que las rodean y apoyan con profundo convencimiento y desde la legalidad.

Este último cuatrienio próximo a culminar, ha sido prueba de fuego en la transición posacuerdo de La Habana. El más traumático y complejo en la historia reciente del país. Sin embargo, la gobernabilidad se ha protegido, las instituciones están fortalecidas y la democracia sigue en firme; pése a quienes quieren verla al revés. Y el mejor camino es mantener la esperanza, alimentando el  optimismo, alejados de posiciones extremas, y orientando a nuestros jóvenes por la vía de la razón y no de la violencia.

Este debería ser el talante de los candidatos en un año preelectoral, que comienza entre el desorden, la incertidumbre y el optimismo; pero que significa una gran  oportunidad para cautivar a quienes viven hastiados de la polarización.

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