El cielo y el mar, son el hilo conductor de la obra de Luis Carlos Arango Correa, inspirada en atmósferas, océanos, trayectos y recorridos, vehículos, y ciudades imaginadas o reales, unidos a recuerdos y ensoñaciones de viajes.
Para esto se utilizó óleo sobre lienzo, con veladuras que permiten transparencias insinuando fronteras difusas, con la invitación a sumergirse en un ámbito generador de interrogantes, cuya respuesta es inmediata.
Parte de la colección comprende cuadros en los cuales lo marino se confunde con el cielo. Como elementos de naturaleza más concreta, aparecen los vehículos: canoas, barcos y barcos de papel, que sugieren trayectos hacia ciudades, algunas de ellas nacidas de la imaginación, otras inspiradas en ciudades costeras, como Venecia. Ellas despiertan recuerdos, insinúan recorridos, o invitan a la aventura. Quizás un viaje hacia esas arquitecturas que a su vez se funden en el horizonte, reflejándose en el agua, que bien podría ser un elemento sólido, a manera de espejo.
Los diversos formatos, pequeños, medianos y grandes, permiten plasmar ámbitos que hacen pensar en el infinito, o que indican claramente un instante detenido en el tiempo.
La paleta reducida y la veladura final en un solo color, crean el misterio implícito en cada uno de los cuadros, dándoles unidad cromática y determinando su significado.
La exposición puede verse en el Centro Empresarial El Poblado de la Cámara de comercio de Medellín y la entrada es libre.