Giorgio Agamben, en la primera parte de su libro Homo Sacer: el poder soberano y la nuda vida, explica que los griegos no tenían un único término para explicar lo que entendemos con la palabra vida. El término zōḗ expresaba el simple hecho de vivir, común a todos los seres vivos, por otra parte, bíos indicaba la forma o manera de vivir propia de un individuo o grupo.
El mismo Agamben recuerda que Aristóteles, en la Ética para Nicómaco, distingue la vida contemplativa del filósofo (bíos theōrētikós) de la vida del placer (bíos apolaustikós) y de la vida política (bíos politikós). En el mundo clásico, la simple vida natural es excluida del ámbito de la polis en sentido propio y queda confinada en exclusiva, como mera vida reproductiva, en el ámbito de la oîkos (Giorgio Agamben).
Estas reflexiones pueden llevarnos a pensar: ¿cómo es la vida de los colombianos?, o si se quiere, siguiendo el análisis con palabras de los griegos, ¿cuál es el ethos de los colombianos? ¿Es posible que en algunas ocasiones nos cataloguen como el país más feliz del mundo porque nos conformamos con nuestra bíos al tiempo que ignoramos la posibilidad de una zōḗ? ¿Creemos que lo fundamental es el placer y nos olvidamos de la importancia de la vida política? ¿Consideramos que la vida política es únicamente para una élite privilegiada? ¿Este tipo de ideas dificulta la renovación de los cargos públicos de elección popular, o eso es otro problema que tiene que ver más con la forma de hacer “política” mediante “maquinarias” sin permitir los verdaderos debates de ideas?
En su libro The Human Condition, H. Arendt analiza el proceso que conduce al homo laborans, y con él a la vida biológica como tal, a ocupar progresivamente el centro de la escena política del mundo moderno, esta autora atribuía precisamente a este primado de la vida natural sobre la acción política la transformación y la decadencia del espacio público en las sociedades modernas (Giorgio Agamben).
Michel Foucault nos mostró en gran parte de su obra que hay una fuerte relación de poder en la homogenización de las formas que se entienden como válidas para vivir. Según Foucault, “el umbral de modernidad biológica” de una sociedad se sitúa en el punto en que la especie y el individuo, en cuanto simple cuerpo viviente, se convierten en el objetivo de sus estrategias políticas (Giorgio Agamben).
De esta manera, no pretendo juzgar las elecciones que toman algunos colombianos para decidir cómo vivir su vida, ni tampoco quiero plantear que existe una única forma válida de pensar o de vivir, solo quiero invitar a la reflexión: ¿estamos ignorando otras formas de vida por considerar que pensar o que la política es algo que corresponde a otros?