Entre ballenas y platos vacíos, Fajardo se va hundiendo

Entre ballenas y platos vacíos, Fajardo se va hundiendo

Ya ha pasado tiempo desde que el candidato profesor fue un auténtico fenómeno electoral. ¿Por qué se ha desinflado tanto?, ¿podrá recuperarse?

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
mayo 18, 2021
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Entre ballenas y platos vacíos, Fajardo se va hundiendo

A pocas horas de concluida la primera vuelta presidencial el 27 de marzo de 2018, un agotado Sergio Fajardo expresó con evidente molestia que no volvería a ser candidato. Se retiraba de la política y así lo ratificó en varios medios de comunicación, previo a la segunda vuelta ya se daba por concluido el efímero ciclo de la Coalición Colombia. A partir de ese momento gran parte de sus decisiones, torpezas y errores de comunicación lo fueron desgastando, al punto, que hoy muchos dirigentes no dudan en afirmar que “su tiempo ya pasó”.

Del momentum que se vivió al cierre de la primera vuelta, cuando se convirtió en un auténtico fenómeno electoral, impulsado por su perfil híbrido (un Cardoso para llegar a un Lula repetía Claudia López) que no generaba mayor temor, va quedando muy poco. En realidad, todos los candidatos que participaron en esa elección se han desgastado en la opinión pública, incluyendo al mismo Duque y Claudia López, pero Fajardo tal vez sea el que más se ha desgastado.

A continuación, pasaré a explicar las claves que considero necesarias tener en cuenta para comprender el hundimiento de Fajardo.

Un pésimo y terrible comunicador

De cara al 2018 Fajardo tenía un capital de opinión y electoral relativamente sólido. No contaba con una estructura política funcional dado que su movimiento Compromiso Ciudadano solo opera como una plataforma personalista; sin embargo, tras coronarse como el candidato de la Coalición Colombia y poner a Claudia López como su fórmula vicepresidencial, sumó en bloque buena parte de la estructura de Alianza verde y el Polo. Ya lo siguiente sería afianzar esas plataformas electorales con una votación de opinión, especialmente en el eje cafetero y Bogotá. No hay duda de que a Fajardo le fue bien porque ganó en las principales ciudades del país (a excepción de Medellín) y en Claudia encontró un complemento ideal para amortiguar una de sus principales debilidades: su precaria capacidad comunicativa caracterizada por manejar un discurso desestructurado. Solo hay que recordar su pobre desempeño en los debates; las cantinfladas de “decir mucho sin decir nada” y sus imprecisiones cuando hablaba de temas pensionales. Al cierre de la primera vuelta a Fajardo le sirvió más la imagen que el discurso.

Tras obtener 4.602.153 votos (un 43% de esa votación concentrada en cinco ciudades capitales) y quedar a 2 puntos porcentuales de superar a Petro, lo que según sus seguidores lo hubiera convertido “en el único candidato capaz de derrotar a Duque”, sus torpezas comunicativas se hicieron más evidentes; primero, anunció que se retiraba de la política y a los pocos días reculó; segundo, se fue por el voto en blanco (que vale anotar se ubicó en su tendencia histórica en una elección presidencial), pero patentó “irse a ver ballenas” como un mensaje de indiferencia y desafección por la situación del país; tercero, sus principales apuestas en las elecciones regionales de 2019 fracasaron estruendosamente con la notable excepción de Claudia López (quien tenía un capital propio). Para rematar, hace algunos meses utilizó una patética metáfora con unos platos vacíos y previó al 28A salió diciendo que no tenía sentido “promover aglomeraciones” (para luego montarse en el tren de la victoria). En términos de comunicación Fajardo es su peor enemigo.

Sus sombras como gobernante y una oposición in crescendo

Aunque a lo largo de esa campaña le enrostraron el tema de Orbitel, la debacle del Parque Biblioteca España y la contingencia en  Hidroituango, creería que Fajardo salió incólume ante la opinión pública y esas acusaciones poco afectaron el arraigo de su imagen entre los jóvenes, lo que se ratifica en su crecimiento al cierre de la campaña; sin embargo, en los últimos tres años la opinión se ha decantado bastante y algunos sectores han venido planteado críticas más sólidas y espaciadas sobre su gestión como alcalde y gobernador. A lo que su suman dos factores; por un lado, las imputaciones de la Contraloría y la Fiscalía; y por el otro, la crítica directa por parte de líderes emergentes con un peso cada vez mayor en la opinión pública nacional, entre ellos, el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, y el exgobernador Camilo Romero (su contrapeso en la Coalición de la Esperanza). Son críticas que bien se podrían configurar como oposiciones diferenciadas, en el caso de Quintero al modelo de “gobierno corporativo” (cooptación empresarial) que Fajardo creó y orientó en Medellín por dos décadas, y en el de Romero, por su falta de discurso, empatía y claridad. Precisamente fue el exgobernador quien afirmó que “su tiempo ya pasó”.

Otro factor importante se relaciona con el desgaste de Claudia López en la alcaldía de Bogotá, sumado a lo que se percibe como una serie de decisiones de una camarilla (orientada por Angélica Lozano) dentro del verde orientadas a favorecerlo. No hay que olvidar que cuando Claudia se inscribió como candidata presentó a Fajardo como “el próximo presidente del país” y desde lo identitario su gestión se encuentra amarrada a la imagen de Fajardo. Ya Claudia no es la activista que vocifera, sino la alcaldesa que toma decisiones (muchas contrarias a su antiguo rol como activista o a sus propias promesas de campaña).

Desconexión con los jóvenes y surgimiento de nuevos liderazgos

Creería que en 2018 una amplia base de su votación se concentró en la población joven. Al igual que Petro, su imagen caló con especial fuerza entre los jóvenes. Algo que se reforzó con el apoyo de Claudia López; el respaldo de Mockus; la rígida organización del entonces Moir orientado Jorge Robledo y su propio capital de opinión en Antioquia y el eje cafetero. A tres años de esa elección mucha agua ha corrido bajo el molino y Fajardo se percibe débil entre los jóvenes, muchos manifiestan decepción por haberle apoyado y le reprochan su falta de liderazgo en los momentos por los que atraviesa el país. Su desconexión fue evidente cuando cuestionó el 28A afirmando que “no tiene sentido promover aglomeraciones”, tal vez comprendió en primera persona su nivel de desconexión al ver que el paro nacional recoge una histórica indignación juvenil. Se montó al tren, pero no podemos olvidar sus palabras iniciales, despreciando la movilización. Al ser un político dependiente de la opinión, esto podría ser la causa madre de su hundimiento.

Por otro lado, en los últimos años se han venido posicionado nuevos liderazgos que seguramente le rivalizan espacio de opinión y hasta en Antioquia. Camilo Romero es quien viene librando ese pulso en la opinión; inicialmente, al interior de la Alianza Verde y convocando un sector ciudadano que ya no se ve reflejado en Fajardo (en eso le lleva la delantera a los otros integrantes de la Coalición de la Esperanza). En Antioquia, Petro ha venido ganando espacio y hasta Fico Gutiérrez entra a rivalizarle una votación pura y dura (más en un departamento muy regionalista). Ya su posición como el único “alternativo” viable en Antioquia y el eje cafetero es historia.

¿Está totalmente hundido?

No. Además, podría levantar cabeza y reeditar el fenómeno de opinión en el cual se convirtió entre febrero y marzo de 2018. Creo que hay un Fajardo en campaña y otro en el considerado “tiempo frío”.  Tampoco está de más advertir que la política es la ciencia de lo incierto. Todo dependerá de su estrategia, la posibilidad de construir una agenda dinámica que dialogue con las inquietudes de millones de indignados, posicionar su perfil como una alternativa diferente y renovadora. ¿Están dadas esas condiciones? Por ahora, no las veo. Cada vez siento a Fajardo más desconectado y desteñido. Pero cualquier cosa puede pasar, es la esencia macondiana de nuestro país, y todavía hay mucho trecho de cara a las consultas de marzo y la primera vuelta presidencial. Tal vez, en esos escenarios se recupere del hundimiento, personalmente no lo creo, pero cualquier cosa podría pasar. Estamos en Colombia.

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