En el lapso de estos meses del 2022, en la ciudad de Cartagena la violencia ha venido tomando terreno, y lo que es peor, cobrándose víctimas que con desidia ha venido cargando sobre sus hombros nuestro tractor marca Dau.
Es así como, este corto texto no se enfocará en resaltar las cruentas cifras de los homicidios que superan los 238 y de los hechos violentos que sobre pasan la media de años anteriores, sino más bien en discernir sobre el concepto y algunas aseveraciones sobre la violencia.
Para hablar de violencia, es necesario remontarse al origen etimológico del término, en palabras castas, de donde sale la palabra violencia. Para algunos autores, es correcto decir que esta expresión proviene del latín violentia como cualidad de violentus (violento) y que esta a su vez se deriva de vis que significa fuerza y olentus que se corresponde con abundancia, es decir el que actúa con mucha fuerza.
Una vez desmembrado el termino en cuestión, es necesario anotar que, la violencia no se da solamente como lo describe su conceptualización “actuar con mucha fuerza”, puesto que hay distintas clases, está la violencia física, la psicológica, la económica, de género, colectiva, entre otras más diversificaciones del mismo componente.
Dando por hecho que la violencia permea cualquier aspecto de la vida, y que a su vez no solo se arraiga en el componente físico de la persona.
Teniendo en consideración lo anteriormente expresado en cuanto a las clases de violencia, las cuales fueron tocadas de forma muy somera, es menester destacar que dichos comportamientos violentos se expresan y se aprenden de distintas maneras.
Al curioso lector que se toma el tiempo de desplazar sus ojos por estas líneas que parecen interminables, debo mencionarle que existe un debate feroz sobre la predeterminación de nosotros los seres humanos a los comportamientos violentos, ahora sí, ¿cómo le queda el ojo?
De ese arduo debate, que ha colmado miles de páginas desde el siglo XX hasta nuestra era, surgen distintas ciencias encargadas del estudio de la violencia o más bien del comportamiento violento en el ser humano, la más destacable de todas es la neurociencia que da origen a su vez al neuroderecho.
Dicha importante ciencia, estudia básicamente la anatomía cerebral y cómo reacciona ante distintos estímulos, como todo saber científico, ha creado sus teorías, la primera de ellas y con la cual empezó todo es la del determinismo, cuyo ámbito de conocimiento se centra en decir que el ser humano viene predispuesto genéticamente a cometer actos violentos en razón a los estímulos internos, toda vez, que mediante experimentos se pudo comprobar un pequeño espasmo cerebral antes de tomar decisiones, lo cual se interpretó como un condicionamiento.
Si bien es cierto que, para una gran mayoría de juristas y científicos, el determinismo es la mejor descripción de como el hombre actúa violentamente, existen teorías que la controvierten diciendo que no solo los estímulos ni la anatomía cerebral puede determinar el comportamiento violento de una persona.
Es así como surge la exigentica (para esta el comportamiento violento deriva de un cambio genético a causa de la edad o factores ambientales); el ambiente (hace referencia a los estímulos recibidos en el entorno de crianza); ADN (el comportamiento puede provocarse por alteraciones en el material genético); neurociencia (estudia la anatomía y el funcionamiento cerebral ante estímulos).
Sin embargo, los hechos han demostrado, que el comportamiento violento en el ser humano, es provocado por una mezcla de factores que no pueden ser atribuibles solamente a la anatomía cerebral. Por tanto, el ambiente de crianza y ciertos factores genéticos han tomado la bandera en la explicación de algunos comportamientos violentos.
Para concluir estas aseveraciones, la ola infernal de violencia que vive nuestra ciudad de Cartagena, no tiene precedentes y muy a pesar de las explicaciones científicas que se le puedan dar al tema; este parece un asunto inherente a la cultura de los habitantes de esta ciudad.
Creo que no es un secreto para nadie, que los niños disfrutan de la degradante actividad de entrenarse en el arte de maniobrar una navaja con fines homicidas, en pocas palabras, desde muy pequeños entrenan para tirar puñaladas; desde que una madre o un padre permite eso, tenemos un serio problema, porque estamos permitiendo la posible introducción de un potencial homicida a nuestra sociedad.
Así pues, el tema del aumento de homicidios y actos violentos en la ciudad, parece que no va a terminar por ahora; así se lleven a cabo todo tipo de citaciones a Dau en favor del congreso para debatir estos temas.
Por lo pronto, desde mi pluma, solo me queda llevar al público en general, este tipo de reflexiones para entender un poco el tema que de por qué somos o podemos llegar a ser una sociedad violenta.
Corresponderá a los padres de familia y demás actores, tratar de formar en mejores condiciones a los niños y niñas, unas en que no se puedan llegar a permear de cualquier estimulo externo que pueda llevarlos a normalizar un comportamiento extremadamente violento.
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