Los que vivimos en Bogotá a principios de la década de los 2000 fuimos testigos de que la primer alcaldía de Peñalosa fue una de las más productivas y revolucionarias en muchas décadas. En ese momento el optimismo de los Bogotanos subió hasta lo más alto y muchos de los que fuimos jóvenes en esa época conocimos por fin lo que es el orgullo de la ciudad natal que antes solo nos producía lastima.
Pasados 15 toda esa obra se deterioró y volvimos a una ciudad que es un caos y una vergüenza completa. Después de dos alcaldías pésimas (donde en la primera reino la corrupción y en la segunda la incompetencia) por fin una parte de la ciudadanía reaccionó y eligió retomar ese proyecto de ciudad que fue abandonado y denigrado a pesar de que dió frutos.
En 2015 muchos de los que votamos por Peñalosa no lo hicimos porque en su biografía u hojas de vida dijera que tuviese maestrías o doctorados ni votamos por un discurso elocuente, votamos por la recuperación de Bogotá que nos permita retomar tiempos mejores: teníamos nostalgia de ese inicio del milenio auguraba grandes cosas para la ciudad y sus habitantes.
La segunda alcaldía de Peñalosa no inició bien, desde temprano Peñalosa empezó a demostrar que esa carga de rumores negativos que lo acompañan desde la primer alcaldía no era debida solamente a campañas infames de desprestigio: se hizo evidente que sus defectos al comunicarse con los ciudadanos son el gran insumo para las malas percepciones de las que adolece su proyecto de ciudad.
El primer gran defecto que tiene Enrique Peñalosa es el de dar ciertas declaraciones en los momentos menos apropiados. Eso fue evidente a principios del año 2016 cuando se dio lo que parecía ser la peor sequía del siglo: para cualquier persona con algún instinto político era evidente que ese era el peor momento para debatir publicamente el cambio o modificación del proyecto de Reserva Van der Hammen. Por desgracia Peñalosa y su equipo no vieron problema alguno en ir a discutir a la Universidad de los Andes cuando aún se sentía en el campus el olor a pasto y troncos quemados.
Un año después y lejos de esas calamidades, cuando reinaba cierta calma, el alcalde nos demostró con creces que las percepciones negativas de las que sufre surgen de otra de sus debilidades: dar declaraciones completamente inapropiadas. Aunque existen razones de peso para evitar que la ciudad se embarque en la construcción de un megaproyecto como el metro 100% subterráneo el alcalde esgrimió las peores y hasta las más tontas para sustentar una posición que muchos ciudadanos y expertos comparten. El alcalde durante una entrevista radial y en unas pocas frases entregó la demostración definitiva de una asombrosa capacidad para destruir su propia obra ganándose de manera tonta las peores percepciones del público.
Como votante de Peñalosa no me arrepiento de haberlo elegido porque la razón fundamental para el voto sigue intacta: su capacidad de trabajar y liderar una revolución urbana está ahí y no se ve afectada porque no tenga un gran olfato político o porque no sea elocuente.
Pero las preocupaciones existen y son a futuro: aunque es improbable que la revocatoria progrese es más que seguro que vamos a repetir la historia y dentro de unos 15 años lo bueno que haga esta alcaldía se va a hundir nuevamente bajo el peso de las mala percepciones y de la capacidad destructiva de los detractores que desde ya están sacando réditos del desprestigio y del fracaso de Bogotá como proyecto urbano.
Aun antes de existir el proyecto del metro elevado tiene enemigos acérrimos que no descansaran hasta verlo fracasar por más que se culmine como el proyecto de construcción y operación más exitosa posible. Repetiremos nuevamente la historia de Transmilenio que paso de ser un hito mundial y un verdadero milagro urbano a ser un sistema completamente abandonado y percibido como la supuesta causa de todos los males de la ciudad.
Para que no repetir la historia es absolutamente necesario que el alcalde Peñalosa renuncie a los micrófonos y se concentre en hacer lo que hace bien: liderar el buen desarrollo de la ciudad. Con esa sola estrategia la imagen y percepción de la actual alcaldía y del proyecto que lidera, estará más acorde a la realidad.