Conocí a Juanes en la Medellín de los años 90. Un amigo común que vivía en el Centro y un primo lejano fueron mi contacto con quien ya era el vocalista de Ekhimosis (aun en su etapa de rock duro) y empezaba a ser reconocido por metaleros y fanáticos del rock en español. Apasionado, “querido”, descomplicado y con el mismo abanico de expresiones paisas que aun hoy, casi 30 años después, se pueden oír en sus entrevistas de Rolling Stone o CNN en español. “Parcero”, “guevón”, “viejo”, “hermano”, “llave”… “qué nota”.
En 1995, cuando me desempeñaba como Inspector de Policía y Tránsito del municipio de Jardín en el suroeste antioqueño, Juanes, mi primo y otras personas llegaron de visita. Fue un fin de semana inolvidable. El hotel en el que se hospedaron los visitantes tenía un gran balcón antioqueño sobre la hermosa plaza del pueblo (declarado Monumento Nacional). En ese balcón nos pasamos la mayor parte del tiempo con Juanes, su guitarra, uno que otro guaro y las risas y los coros desafinados de los demás. Me sorprendió la versatilidad y el enciclopédico conocimiento que desplegaba de canción en canción. Una tanda podía empezar con Silvio Rodríguez, pasar por Juan Gabriel, girar bruscamente a Metallica y terminar, como si nada, con su admirado y querido Octavio Mesa. Cada canción y cada género ejecutado con técnica, con fidelidad, pero también con su toque y su estilo y siempre con inspiración y pasión. Tuve claro en ese momento no solo que Juanes era un señor músico sino que creía en el poder tejedor y sanador de la música. Sentí que Juanes era feliz no solo porque tocaba guitarra y cantaba, sino por la alegría, la cercanía y la sensación de complicidad que su música generaba en ese pequeño grupo.
Tres años después nos volvimos a encontrar en una fiesta popular en el municipio de El Retiro. Caminamos por las calles atiborradas de gente y continuamente alguien lo paraba para darle la mano y cada vez más personas cuchicheaban y lo seguían con los ojos. Recuerdo que en algún momento nos detuvimos en el marco de una puerta mientras pasaban los ríos de fiesteros bullosos. Dos niñas de doce o trece años se acercaron, entre cautas y coquetas, a saludarlo. Cual sería mi sorpresa cuando al mirarlo noto que estaba casi tan sonrojado como las jóvenes fans. Creo que hoy, 23 Grammys y 11 Premios MTV después, sigue siendo igual de tímido.
Como melómano he disfrutado muchas de sus canciones y obviamente me he conectado con algunas etapas creativas mucho más que con otras. Pero también me he interesado y he seguido con más detenimiento el desarrollo de su faceta política y de su activismo social.
Puede ser difícil entenderlo en este momento de crispación y polarización política alrededor del Acuerdo de La Habana, pero la voz de Juanes a favor de la paz y del fin del conflicto suena desde hace muchos años y ha logrado instalarse con bastante éxito en un lugar de independencia (a los partidos y a los personajes) y de ecuanimidad. Con Fíjate bien de fondo y buscando acompañar la recuperación de las víctimas de minas antipersonal (la declaración de guerra perpetua de nuestro conflicto) nace Fundación Mi Sangre en el 2006. Desde ese año y con la pasión y compromiso de Juanes, grandes aliados nacionales e internacionales y la actual dirección inspirada, inteligente, técnica y audaz de Catalina Cock, la fundación se ha convertido en un verdadero constructor de paz en barrios y municipios del país y en un referente de metodologías y herramientas para la transformación social.
En una entrevista esta semana le preguntan por el Acuerdo de La Habana
y su implementación, su respuesta lo describe bien:
“… yo también soy optimista, me cascan por eso. Pero no me importa”
Mi admiración por Juanes creció aún más con los conciertos “Paz sin Fronteras”. Su valor para enfrentar las críticas y las amenazas a su integridad; la grandeza para entender el momento histórico y dejar a un lado los riesgos comerciales; la persistencia para avanzar y defender su convicción de que el arte es una herramienta de construcción de consensos y, por supuesto, su capacidad de convocatoria (el concierto de La Habana tuvo 1,2 millones de asistentes), lo situaron en un muy selecto grupo de artistas quienes han marcado época y levantado su voz en pro de causas y cambios. La historia le dará la razón a Juanes, aunque ya muchos se la otorgamos, y demostrará que la movilización y los mensajes de apertura, construcción de puentes y fraternidad eran necesarios en esos momentos y lugares. En una entrevista esta semana le preguntan por el Acuerdo de La Habana y su implementación, su respuesta lo describe bien: “… yo también soy optimista, me cascan por eso. Pero no me importa.” Madurez y autonomía.
Antier tuve la oportunidad de abrazar otra vez a Juanes en el lanzamiento de su nuevo proyecto después de muchos años sin vernos. En un mundo que ya solo mueve canciones de USD 1,99, su nueva apuesta es un álbum de 12 composiciones que viene empaquetado en una película y que se lanza de una tacada Mi Plan es Amarte es un renacimiento, una vuelta a las raíces de sus primeros años de solista y un reto directo al establecimiento. Este Juanes se siente perfectamente a gusto consigo mismo y con sus búsquedas. En este momento del país nos hacen falta más canciones de amor puras, básicas y simples y una gran dosis de empatía. Enhorabuena parcero.