En los últimos días han aparecido en la prensa dos interesantes noticias: la primera, escrita en ‘Las2orillas’ por Juan José Jaramillo, afirma: “En las épocas de crisis económica, los campesinos de Tumaco siempre acuden al cacao. Ahora que el gobierno se propuso erradicar a las buenas y a las malas las matas de coca, sembrar el árbol madre del chocolate se está convirtiendo en la mejor opción para los campesinos… La meta de los sembradores de cacao es poderse unir para no solo sacar la pepa, sino poderlo procesar, empaquetar y exportar ellos mismo. Solo así quedaría la riqueza que podría sustituir los ingresos de la coca en uno de los municipios más complejos de Colombia.”
Por otro lado, la prensa trae esta semana la siguiente información: “Fuertes choques entre disidentes de las Farc y guerrilleros del ELN en el corregimiento de Santa Rosa en el municipio de Policarpa – Nariño dejan hasta el momento cuatro muertos y seis retenidos por los grupos ilegales. La alcaldesa de Policarpa, Claudia Cabrera, dijo que son “cuatro los muertos” y seis las personas que al parecer fueron retenidas, sin que por el momento se haya precisado por cuál grupo ilegal. Cabrera aseguró que “es preocupante lo que estamos viviendo en estos momentos y más, cuando no hemos podido ingresar a la zona con nuestra Fuerza Pública”.”
La gran pregunta es los enfrentamientos en Nariño entre el ELN y las ¿disidencias? de las Farc ¿corresponden a serias diferencias sobre las mejores prácticas agrícolas en la siembra del cacao? ¿O malos entendidos en cuanto a la variedad de cacao a sembrar? ¿O de golpe desavenencias ideológicas entre dos grupos marxistas - leninistas, uno que siempre se identificó con los ideales del socialismo de la antigua Unión Soviética y de los Partidos Comunistas de Europa del Este; y el otro que reconoce múltiples doctrinas como el de la Revolución Cubana, el Castrismo, la Teología de la Liberación y el marxismo-cristiano? Lo que tanto el ELN como las Farc parecieran tener es una arraigada admiración por el “Socialismo del Siglo XXI” de Hugo Chávez.
Estos dos grupos de narcotraficantes
se están echando bala es sobre el control territorial
y las rutas de embarque de cocaína por el Pacífico
Pero por un día, un día nada más dejémonos de sandeces y pendejadas. Ni al ELN, ni a las ¿disidencias? de las Farc les importa un pepino ni las comunidades de Tumaco, ni mucho menos que el cacao se está convirtiendo en la mejor opción para los pobres campesinos. La razón por la cual estos dos grupos de narcotraficantes se están echando bala es sobre el control territorial y las rutas de embarque de cocaína por el Pacífico. Una de las mayores argucias y fraudes que tanto las Farc como el ELN - con la pusilánime complicidad del gobierno - le ha pretendido embutir al pueblo colombiano y a la comunidad internacional es que solo están involucrados de manera tangencial en los cultivos de coca. Según las declaraciones de Iván Márquez, una de las principales cabecillas de las Farc, su actividad en el narcotráfico se limitaba al ‘impuestaje’, o cobro de un modesto tributo (gramaje) a los cultivadores y a los ‘raspachines’ que cosechan la hoja de coca. Los de el ELN siempre han negado estar involucrados en el narcotráfico. ¡Basura! Estas dos organizaciones llevan décadas inmersas en prácticamente todas las facetas del narcotráfico, desde la siembra hasta la negociación con los carteles mexicanos, principales compradores de cocaína en el mundo.
A estos bandidos del ELN y de las ¿disidencias? de las Farc poco les importa ni las ideologías, ni los campesinos. Tampoco les interesa que se desarrollen alternativas de siembra como puede ser el cacao. El ELN y las ¿disidencias? de las Farc lo único que les interesa es saciar su voraz apetito por dinero fácil y rápido. Para el gobierno y buena parte del país, en aras de la supuesta ‘paz’, estas verdades de a puño hay que esconderlas debajo del tapete y hacernos todos los locos. Los que no tragamos entero, los que señalamos la abierta involucración de las Farc y el ELN en el narcotráfico, podemos tener la certeza de que se nos va a tildar tanto de ‘guerreristas’ como de ‘enemigos de la paz’. ¡Decir la verdad en este país se ha vuelto peligroso, muy peligroso!