La enfermera Mercy Trujillo Tovar, del Hospital María Inmaculada de Florencia, con más de 30 años al servicio de la salud del Caquetá, sufrió el pasado 10 de enero un aneurisma cerebral y desde ese día, su única hija, Diana Cuéllar, afronta un doloroso calvario porque la EPS de Mercy, irresponsablemente, aún no le presta atención integral a la paciente, quien está en grave peligro de muerte.
Al sufrir el accidente, Mercy tuvo que esperar cuatro días en cuidados intensivos en la clínica Mediláser de Florencia, porque su EPS Coomeva, no la remitía a Bogotá a un centro de mayor nivel, debido a las deudas que con estos centros asistenciales tiene.
Después de la extraordinaria presión que hicieron los medios de comunicación del Caquetá, la paciente fue trasladada a la clínica Vascular Navarra de Bogotá, donde supuestamente se tienen los equipos y especialistas necesarios para tratar su caso.
Ya en la clínica, comenzó de nuevo el paseo de la muerte, porque tanto esa entidad como Coomeva se tiraban la pelota: que los enchufes de la paciente entubada no concuerdan con los que se tienen, que hay que llevarla a otro sitio, que la llevan a otro sitio pero no le pueden hacer los exámenes y mientras tanto su salud se deteriora hasta tal punto que ya los especialistas temen por su vida o en su defecto, que quede en estado vegetativo.
Y Mercy continúa su calvario en Bogotá, Coomeva no soluciona nada. Diana, su hija, hace un angustioso llamado a los medios para que difundan su caso. Mientras tanto, una profesional de la salud, que durante muchos años salvó muchas vidas en el Caquetá, continúa indefensa a la espera de que Coomeva le brinde la atención que necesita y que por derecho tiene que darle.