Cuando el sol cae sobre Sapzurro, con él, cae también la electricidad. Y la luz se va poco a poco. A las seis de la tarde las sombras empiezan a apoderarse de las calles de este pueblo de arena. La oscuridad empieza a filtrarse en las casas de madera con techos de zinc que desafían la humedad del Chocó. A esa misma hora, las luces empiezan a temblar, para ceder ante el poder de la noche. Al otro día, cuando el generador que funciona con diésel vuelve a rugir, vuelve la energía durante unas catorce horas.
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Sapzurro, es un paradisiaco rincón del Chocó, encajado entre la selva y el mar caribe. Allí han aprendido ha aprendido a vivir sin corriente eléctrica y con poca luz. Un poblado de poco más de mil personas que se asoma al Darién como un secreto compartido entre pescadores y turistas.
Para llegar a Sapzurro solamente se puede hacer a través del agua y el aire. No hay carreteras que lo conecten con el mundo. En esa dura geografía que lo aísla, la energía siempre ha sido esquiva. Allí tener luz y energía eléctrica es un lujo temporal que se mide en horas de funcionamiento. Pero ahora eso podría cambiar.
La Junta de Acción Comunal de Sapzurro decidió apostarle a tener su propia electricidad. Este pueblo es uno de los cientos que se presentaron en la convocatoria "EN-Comunidad: Impulsando la economía comunitaria", el programa que busca crear y fortalecer a comunidades energéticas y a empresas de servicios energéticos comunitarios a partir de diferentes proyectos energéticos basados en tipos de fuentes no convencionales de energía renovable.
Los habitantes de este pequeño pueblo están convencidos de que ser dueños y administradores de su energía es un sueño posible. Y no es un capricho. Es una necesidad que busca acabar con facturas elevadas y con los días a oscuras, en una cotidianidad interrumpida. Cuando el proyecto llegue a ser una realidad, cuando logren instalar sus paneles solares, cuando logren aprender a manejarlos, Sapzurro podrá tener luz sin depender de una compañía lejana, sin escuchar el el tronar de la vieja planta de diésel que regula el tiempo.
Las jornadas de capacitación que lideran la Organización Internacional para las Migraciones, OIM y Fondo de Energías no Convencionales y Gestión Eficiente de la Energía - Fenoge ya comenzaron. Desde finales de octubre, los líderes comunitarios de este paraíso del Caribe han asistido a talleres donde palabras como "energías alternativas", "transición energética justa", "autogestión" y "sostenibilidad" han ido tomando forma. Se habla de técnica y de organización, de cómo se instala un panel solar y de cómo se administra una empresa comunitaria de energía. No es solo un cambio de tecnología; es un cambio de mentalidad.
Aquí, en este rincón donde el Caribe se disuelve en selva y la selva en frontera, tener luz constante es para los lugareños, la posibilidad de que el turismo crezca sin sobresaltos, así como de que los negocios no se apaguen con la llegada de la noche, de que los estudiantes hagan sus tareas sin depender de la voluntad de un generador. Es la posibilidad de que el municipio Sapzurro se ilumine a su ritmo, con su propia energía, sin pedir permiso y sin miedo a la oscuridad.
