Y ganó el No en el plebiscito que buscaba refrendar en las urnas los acuerdos de paz de Cuba entre el gobierno colombiano y las Farc. El resultado tiene varios motivos, dos de los cuales me parecen evidentes: la bronca histórica de los colombianos hacia el grupo guerrillero y el hecho de que ese mamotreto de 297 páginas generó una enorme desconfianza.
Motivo de especial reflexión deben ser las encuestas: Que dizque perdió el SÍ porque algunos departamentos de la Costa Caribe fueron afectados por un huracán y la gente no pudo votar, dijo ayer lunes alguno de los gerentes de las firmas encuestadoras. ¿De dónde salieron, entonces, los casi 6,5 millones de los colombianos que votaron por el No? Esa cantidad de votos no estuvieron en los cálculos de los encuestadores…
Los cinco o seis días previos a las votaciones por el plebiscito todas las firmas encuestadoras dieron ganador al Sí por más del 60 %. Una incluso, el Centro Nacional de Consultoría, le dio casi el 71 %. ¡Hágame el favor! ¡Qué papelón!
Una de dos: o se equivocaron a propósito para confundir al elector o se pifiaron para ayudar al gobierno. Ojalá no hubiera sido así. A la gente hay que creerle, decía el ex presidente Laureano Gómez. Pero el asunto no debería pasar de agache. Por vergüenza, esas empresas deberían devolverles el dinero a los medios de comunicación que las contrataron.
Otro estudio, el de la firma Invamer, realizado entre el 14 y 18 de septiembre, le dio al Sí en Antioquia y en la Zona Cafetera el 64 % de la intención de voto y al No el restante 36 %. Resultado oficial del plebiscito en Antioquia: 62 % por el No y 37,99 % por el Sí. En Caldas: 57,09 % por el No y 42,90 % por el Sí. En Risaralda: 55,69 % por el No y 44,30 % por el Sí. En Quindío: 60,13 % por No y 39,86 % por el Sí.
Descalabro total. Pero no hay quién meta en cintura
a esas encuestadoras y ellas no muestran
el más remoto sentido de autocrítica y de responsabilidad pública
En realidad fue un descalabro total. Pero no hay quién meta en cintura a esas encuestadoras y ellas, por su parte, no muestran el más remoto sentido de autocrítica y menos de responsabilidad pública. Con un agravante: sus errores son ya recurrentes. Por ejemplo, hace un año casi todas las encuestas daban ganador por barrida a la Alcaldía de Medellín a Juan Carlos Vélez: No sobra recordar que el actual burgomaestre de la capital antioqueña se llama Federico Gutiérrez. Errores tan protuberantes hacen mucho daño a la democracia, y siembran muchas dudas acerca de la transparencia de este negocio.
Acepto una cosa: no conozco la técnica que emplean las firmas encuestadoras en sus trabajos. Pero pregunto: ¿qué confianza puede tener una muestra cuando se entrevista a 1000 o 1200 personas de un total de votantes de casi 35 millones? Creo que estas compañías deberían evaluar la posibilidad de dar un paso al costado. E, incluso, creo que los medios de comunicación deberían revisar los recientes contratos a nivel legal a ver qué arroja el análisis; y plantearse la posibilidad de dejar de celebrar a futuro, o poner ciertas condiciones respecto de los resultados, porque al final quedan igual de mal las unas y los otros.
Bueno: en todo caso, ganó el No y los cambios en el proceso de paz de La Habana tienen que darse. Sería imposible que se irrespete la opinión que en las urnas dieron poco menos de 6,5 millones de colombianos. El jefe del equipo negociador del gobierno en las negociaciones, Humberto De la Calle, puso su cargo a disposición para asumir la responsabilidad política por la derrota del Sí; sin embargo, en su carta debió poner dos palabritas bien sencillas: renuncia irrevocable. Como eso no ocurrió, el presidente Juan Manuel Santos lo confirmó en el cargo. Seamos prácticos: por elemental dignidad deberían irse todos los integrantes del equipo negociador del Ejecutivo así el jefe de Estado les pida que no lo hagan.
En Colombia nadie renuncia. ¿por qué no han dimitido todos los funcionarios que promovieron el oso de hace ocho días en Cartagena en la firma final del acuerdo entre gobierno y Farc? Incluso, los integrantes de la cúpula militar del país que jugaron abiertamente por el Sí están sobrando en sus cargos y que a nadie le queda duda de que la mayoría de los familiares de los militares votaron al contrario.
Este es un país de sorpresas. A lo mejor nos sorprenden con la noticia de que renunciaron Timochenko, Márquez y compañía.