Ayer Transmilenio estalló otra vez. Estalló como estalla cada semana, cada mes y cada año. Estalló como hace años, estalló en todas las estaciones, y aunque estalla y estalla, no se dan soluciones definitivas y reales, y parece que en estos 4 años tampoco van a llegar. Ni los gobiernos han solucionado de fondo el problema, ni los usuarios hemos presionado los ajustes y modificaciones necesarios.
Se han hecho miles de diagnósticos, y hay centenares de propuestas para mejorar el sistema, y ya a la ciudad le duele la garganta gritar que necesitamos un metro. Venimos de 12 años de gobiernos alternativos y progresistas, y sólo Gustavo Petro avanzó con seriedad en una propuesta de transporte multimodal, y en un diseño de construcción de la primera línea del metro, subterráneo, del suroccidente (Portal de las Américas), al nororiente (127 con 9vena), pasando por el centro, chapinero, y resolviendo situaciones críticas de movilidad en la ciudad. Sin duda hay que comenzar a construir el metro y hay que construirlo bien.
Ahora llega Peñalosa, y en el mes y medio de gobierno nefasto que ha hecho, ha puesto en entredicho todo lo que la administración anterior avanzó en relación al metro, pues su actitud y discurso han sido revanchistas y polarizantes. Pero más allá de eso, Peñalosa llegó a la alcaldía sin un compromiso con las necesidades más urgentes y sentidas de la ciudadanía nacional que habita está Bogotá tan de todos y tan de nadie.
No hay voluntad de Peñalosa, como no la hubo hace 15 años, cuando él mismo decidió hacer el Transmilenio en lugar del metro, dizque porque era lo mismo y más barato. Se invirtieron miles de millones en estudios, se hicieron socializaciones en las localidades, y la ciudad tenía ya una expectativa y un compromiso. Hacer el metro es llenar la ciudad de obras, y tampoco es fácil, pero sin duda es un esfuerzo que necesitamos y que vale la pena.
En rechazo a estas acciones implementadas por Peñalosa, han comenzado a crearse espacios donde grupos de personas, ciudadanas y activistas, militantes e independientes, proponen soluciones, caminos y rutas de actuación para defender lo que se había ganado en la ciudad. Espacios para resistir la actitud rapaz del gringo canoso que se sienta delante de Jiménez de Quesada, a gobernar una ciudad que no conocer y no ha sufrido.
Así, hemos visto el espacio del 24E, que convocaron las jornadas de protesta del 24 de enero; la convergencia por Bogotá, donde María Mercedes Maldonado viene activando debates y encuentros con otros sectores; la convergencia social y política den defensa del metro; la cumbre urbana y popular, y ahora que se habla de paro, los sindicatos y movimientos sociales están construyendo espacios de coordinación.
El reto es lograr articular todas las propuestas y esfuerzos que estamos haciendo en la ciudad, y encontrarnos para ponerle un freno a esta administración. Lograr juntar el 24E, con la convergencia por Bogotá, con la Cumbre Urbana y Popular, con quienes exigimos el metro, con quienes bloquemos portales y estaciones, con quienes rechazamos la minería en las montañas y de Ciudad Bolívar y la violencia en las de San Cristóbal.
Revocar a Peñalosa, construir un modelo de ciudad que satisfaga nuestros derechos y necesidades, y construir un gobierno participativo y crítico, son algunas de las tareas de estos espacios. Hacerlo juntas y juntos, el reto más difícil.