Muchos podrían afirmar que soy una experta obstinada en luchar por “causas perdidas”. Y para ser sincera, tienen toda la razón. Pero, es algo que al parecer proviene en mi ADN o en mi educación más primigenia. Algo que caracteriza a la gente de las “causas perdidas” es la pasión que ponemos en resolver algo, que se supone, no puede tener arreglo, y en la enorme capacidad de seguir a la siguiente “causa perdida” cuando la anterior se convierte en una “causa alcanzada”. Otra característica esencial es nuestra gran inquietud por cuestionar el resultado y evaluar si la solución es realmente una solución o un problema mayor.
Pero bueno, seguir “causas perdidas” tampoco es que sea una gran cosa, menos aún te hace ser, especialmente interesante, más bien, puede ser un gran problema. Muchas veces caerás en el error, tal vez elegirás mal las batallas que pelear y seguirás unos verdaderos idiotas disfrazados de eruditos, pero lo interesante, es que mientras pasa el tiempo, tu capacidad para diagnosticar los empresarios de ilusiones aumenta y terminas convirtiéndote en una especie de anarquista escéptico que se orienta por una exótica mezcla de: ciencia, pasión, fe, pragmatismo, congruencia, Indiana Jones y la lucha contra la injusticia. Así con el tiempo, comprendes la gran y paralela diferencia entre “causas perdidas” y “causas extraviadas”.
De esta manera, comprendes que la lucha por la libertad de Venezuela es una “causa perdida” pero la lucha por la permanencia de la “revolución” castrochavista es “causa extraviada”. Entiendes que la lucha por la paz y el posconflicto en nuestra amada tierra es una “causa perdida” ya casi “causa alcanzada” y que la guerra es una “causa extraviada”. Reconoces que la lucha por el voto a conciencia y la elección de candidatos decentes es una “causa perdida” y la perpetuidad del poder y la corrupción por parte de algunos politiqueros —especialmente de la ultraderecha— es una “causa extraviada” disfrazada. Por fin, concibes que la lucha por el voto a un candidato decente es una “causa perdida” y el voto en blanco una “causa extraviada”.
Sí, así es mis queridos lectores, el voto en blanco es una “causa extraviada”, pero ¿por qué una “causa extraviada” y no una “causa perdida”? Vamos por partes. Se han preguntado ¿a quién sirve el voto en blanco?, o mejor, ¿qué pasaría si el voto en blanco saliera triunfador en las elecciones? Así es, según la norma, se convocan por una sola vez a nuevas elecciones con candidatos diferentes, pero las listas que no hayan alcanzado a superar el umbral no podrán volverse a inscribir*. Ahora bien, la pregunta del millón es ¿cuáles candidatos podrán alcanzar el umbral? ¿Serán aquellos candidatos independientes o de partidos políticos minoritarios o de oposición? O ¿serán aquellos candidatos respaldados por partidos políticos tradicionales? Estimados lectores, ustedes son colombianos, y estoy segura, que por lo menos, tienen una respuesta aproximada.
Pero bueno, dejemos a un lado la “malicia indígena”, y supongamos, que partidos como Centro Democrático, Liberal, Conservador y Cambio Radical no logran superar el umbral. ¿Por fin se hará justicia divina? La respuesta es no. ¿Por qué? Resulta que la norma también dice que sólo pueden inscribirse a nuevas listas en los diez días siguientes a la primera elección. Ahora, volvamos al uso de la “malicia indígena”. Usted es colombiano, adivine ¿quiénes tienen la maquinaria y la millonada de recursos para conformar una nueva lista en menos de diez días? Pues bien, creo que la respuesta es bastante lógica: Los mismos de siempre. Ahora, pregúntese lo siguiente: ¿serán los nuevos candidatos más decentes?, ¿tendrán los nuevos candidatos la misma visión de país que los anteriores del mismo partido?
Antes de entrar en crisis existencial ante este suicidio ciudadano, proyectemos otra situación: supongamos que el voto en blanco no salió triunfador en las elecciones, ¿qué pasará? Bueno he aquí una estrategia barata del voto en blanco. De nuevo, los mismos indeseados tendrán la oportunidad de subir al poder y ganarse la millonada a espaldas suyas. ¿Sabe por qué? Porque ellos son expertos en artillería corrupta y usaran diferentes armas —como el clientelismo de votos— para subir al poder. No es un chiste de mal gusto, pero aquí viene la cereza que corona el pastel o el broche de oro: Ese poder usted mismo se lo ha concedido. Entonces, estando dentro de esta burbuja existencial, se preguntará: Si el voto en blanco es una “causa extraviada” ¿cuál será el antídoto? Bueno, volvemos a la gente de las “causas perdidas”.
El antídoto de esta “causa extraviada” es la “causa perdida” del voto a un candidato decente. Pero ¿existe un candidato decente? Bueno, soy gente de las “causas perdidas” y sí, sí existen. Así que, la afirmación de la no existencia de gente valiosa es una mentira disfrazada. Son pocos, específicamente dos, pero existen, y como todo lo valioso, siempre suele estar en lo escondido, especialmente en este país. ¿Sabe por qué? Porque estos candidatos son los que cuentan con menos maquinarias porque están dispuestos a hacer menos favores y clientelismo, y por ello, suelen ser víctimas de la artillería pesada del escándalo comprado, de los fanatismos fundamentalistas como “mano firme, corazón grande”. Pero ellos tienen la oportunidad de ser una “causa alcanzada” si nosotros respiramos la rebeldía de ser gente de “causas perdidas”. Y las personas de causas perdidas, no son gente de “causas extraviadas”.
*Acto legislativo 01 de 2009. Artículo 9.