Según los campesinos de esta zona del oriente colombiano, esta frase, por demás traída de los cabellos, parece ajustarse al pensamiento de los policías de Fuentedeoro, un pequeño municipio ubicado en el sur del departamento del Meta, a escasos minutos de Granada.
Esta historia, que más parece un cuento macondiano, me llamó la atención por dos cosas; uno, porque el caso me hizo entender que el campesino de hoy ya no es tan pendejo, y hasta graba videos con un celular cuando se siente vulnerado. Y dos, porque aunque para los policías del Meta este parece ser un 'Super Positivo', este pequeño incidente revela la tragedia del campo colombiano.
El hecho ocurrió el pasado 23 de noviembre, cuando campesinos del devastado pueblo de Mapiripán, conocido a nivel mundial más por la masacre del 97 que por su ganadería moriche y sus ricos afluentes, llegaron a Fuentedeoro con unos kilos de cuajada (comercio que vienen haciendo desde hace varios lustros), pero fueron interceptados por 'sagaces' policías, que en un operativo relámpago les decomisaron la cuajada, bajo el lánguido argumentoa que "La cuajada no venía refrigerada en un Thermo-King", de esos que utilizan las grandes pasteurizadores del país.
Uno no puede ir contra las normas establecidas, y a la luz de la ley, los policías obraron correctamente.
Este fue el comunicado de la Policía en el Meta:
"FUENTE DE ORO... INCAUTACIÓN QUESO.
En el Barrio Buenos Aires de este municipio, fueron incautadas 16 libras de queso, avaluadas en $ 80.000, a un hombre de 45 años de edad, motivo de la incautación ser transportado sin las respectivas medidas de salubridad y refrigeración, dejadas a disposición del técnico de salud ambiental de Fuente de Oro."
Y es que los municipios del sur Meta son la cara de la tragedia del campo colombiano. Por ejemplo, lo que dicen los campesinos en este video es más que cierto: ¡Mapiripán no tiene Alcalde! Pero para la Policía parece que trasportar queso no refrigerado es un delito de Lesa Humanidad.
Este pueblo tatuado para siempre por la incursión de los paramilitares en el 97, sigue siendo un municipio fantasma, donde aún rondan las amenazas a líderes indígenas ambientalistas, a campesinos reclamantes de tierras, y donde aún es evidente el destierro y la ley del más fuerte.
Basta ver lo que ocurrió el pasado 25 de octubre, día en que se evidenció según la propia Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, el desarrollo de mecanismos inconfesables, carentes de transparencia, de unas autoridades civiles y policiales, actuando en contra de derecho.
Según esa misma comisión, hubo hasta un listado de más de 100 personas, confeccionado por los armados ilegales llamados “Gaitanistas”, ese mismo día, motivados por civiles de poder en el municipio de Mapiripán, para su control con el destierro, el silencio o la muerte violenta; estructuras armadas, que como es de conocimiento público y lo conocen las autoridades al más alto nivel, están de civil en motos en el perímetro urbano de Mapiripán, con radios y armas; asentados en el caserío La Realidad y en lugares donde opera la compañía palmera.
Han fallado las políticas agrarias en esta región y en casi todo el país no hay fuentes de empleo dignas ni verdaderos programas de sustitución de cultivos ilícitos que garanticen aliviar al menos un poco la suerte de los campesinos.
Pero es algo que jamás verán las autoridades civiles y militares. Todo parece indicar que, por ahora, una vez que el Meta se libró del lastre de los Romañas, o los Pijarvey o tantos otros sanguinarios que han cometido barabaridad y media, pues ahora es el turno para que la gloriosa Policía Nacional se dedique a formar un bloque de búsqueda, ojalá con soldados gringos y todo, para perseguir y desvertebrar lo que la Policía parece que considera "el peligroso cartel del queso".
