Cuando la Organización Mundial de la Salud decidió declarar una pandemia el 11 de marzo del presente año estaba basándose en modelos; o sea, en proyecciones estadísticas de posibles afectados o muertos, que en ese momento creían que serían millones. Las estadísticas que usaban indicaban una tasa de mortandad del 3.4 % de los afectados, muy superior a la de la influenza, del 1%.
Usando estos datos y en las proyecciones de mortandad de los modelos, se hicieron las “recomendaciones” (que más que recomendaciones, fueron tomadas como órdenes por muchos gobiernos, incluido el colombiano), que incluían la cuarentena obligatoria de la mayoría de la población, el distanciamiento social, el cierre de colegios, universidades y negocios, la cancelación de todos los eventos de masas así como el cierre de las fronteras, incluido el transporte terrestre y aéreo, nacional e internacional (ver).
Así mismo, las proyecciones de mortandad fueron basadas en modelos elaborados por el Imperial College de Londres y el Instituto de Evaluación y Medición de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington en Seattle, cerca de la casa del fundador de Microsoft, Bill Gates.
Lo que pocos saben es que ambos grupos deben su existencia a una generosa financiación de una fundación exenta de impuestos a la que la "pandemia" le puede generar literalmente miles de millones de dólares en supuestas vacunas y otras drogas para tratar el coronavirus: la Fundación Bill y Melinda Gates (ver).
Este mismo grupo del Imperial College de Londres se ha equivocado en todas las predicciones que ha hecho sobre la posible mortandad causada por enfermedades, pero sus datos fueron acogidos de inmediato por la Organización Mundial de la Salud, la cual recibe generosos fondos del mismo Bill Gates, ¡qué casualidad!
Así pues, estas proyecciones resultaron estar completamente equivocadas. En vez de los millones de muertes anunciadas, las cifras se fueron reduciendo del 3.4% al 1% y ya van en un 0.1%. En resumidas palabras, la pandemia no existe como amenaza mortal para millones de personas. Sin embargo, las políticas que impulsó la OMS no han cambiado un ápice, ni las de muchos gobiernos tampoco, como en el caso de Colombia, donde se están arruinando la economía y las vidas de millones de personas al mantenerlas en arresto domiciliario, sin posibilidad de trabajar, de acceder a cuidados médicos necesarios o de hacer ejercicio por la mayor parte del tiempo (además expuestas a sanciones monetarias o de cárcel si no cumplen con estas draconianas medidas).
¿Hay una pandemia en Colombia y en el mundo?
El 4 de mayo, el número de supuestos muertos por COVID-19 en Colombia era de 358, o sea el 0.00073% de la población. En otras palabras, el 99.99927 de la población permanece viva a pesar de la “pandemia”. El supuesto número de afectados para esta fecha era de 7973, o sea el 0.016% de la población. ¿Tenía que ser el 100% de la población encerrado por una enfermedad que solo ha afectado al 0.016% de la población colombiana? Las cifras no cuadran.
Todas las medidas tomadas corresponden a una pandemia que estuviera afectando o matando a un gran porcentaje de la población; es decir, a millones. Ni siquiera con una definición de diccionario esto es una pandemia. Según la RAE, se define así: "enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o *que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región*”. En verdad, lo que estamos viendo es exactamente lo opuesto a una pandemia: la antipandemia, una enfermedad que afecta a un porcentaje mínimo de la población, como expresamos antes, afectados en Colombia el 0.016% , muertos el 0.00073%.
A nivel mundial, el número de muertes tampoco corresponde al de una pandemia:
“Un reciente [estudio de anticuerpos] de la Universidad de Stanford estimó que la tasa de mortalidad del virus es de 0.1% a 0.2%. La Organización Mundial de la Salud (OMS) había estimado que la tasa de mortalidad era de 20 a 30 veces mayor y pidió políticas de aislamiento. ¿En qué versión crees que se centraron los medios?
En la ciudad de Nueva York, el epicentro estadounidense de la pandemia, la tasa de mortandad de las personas de 18 a 45 años es del 0.01%, o 10 por 100.000 en la población. Sin embargo, las personas de 75 años o más tienen una tasa de mortalidad 80 veces mayor. Para niños menores de 18 años, la tasa de mortalidad es cero por 100.000. Eso es una tasa de mortandad de cero”.
Ver: COVID-19 is a huge hoax perpetrated by media
Absolutamente todas las medidas tomadas para combatir esta supuesta pandemia no corresponden a la realidad: hay más probabilidad de que nos caiga un rayo que morir por coronavirus en Colombia.
Por qué hay que acabar con este encierro
Según el médico Scott W. Atlas, en su artículo 5 factores para una terminación rápida del encierro por el COVID-19, hay 5 puntos que están siendo ignorados por todos aquellos que insisten en tener un encierro casi total de la sociedad:
1. La mayoría de la gente no está a riesgo de morir por el COVID19 (como ya lo hemos expuesto en el caso de Colombia) y como vimos más arriba. “En la ciudad de Nueva York, el epicentro estadounidense de la pandemia, la tasa de mortandad de las personas de 18 a 45 años es del 0.01%, o 10 por 100.000 en la población”.
2. El proteger a la gente de mayor edad y los que están más a riesgo elimina la posibilidad de que los hospitales tengan sobrecupo, esto teniendo en cuenta que: “Incluso para las personas de 65 a 74 años, solo el 1.7 por ciento fueron hospitalizados. De 4.103 pacientes confirmados con COVID-19 con síntomas lo suficientemente graves como para buscar atención médica, la Dra. Leora Horwitz del Centro Médico de la NYU concluyó que "la edad es, en gran proporción, el factor de riesgo más fuerte para la hospitalización". Incluso los primeros informes de la OMS señalaron que el 80 por ciento de todos los casos fueron leves, y estudios más recientes muestran una tasa de infección mucho más generalizada y una tasa más baja de enfermedades graves.
La mitad de todas las personas que dan positivo por infección no tienen síntomas. La gran mayoría de las personas más jóvenes y sanas no necesitan atención médica significativa si contraen esta infección.
3. Las políticas de aislamiento total previenen la inmunidad vital de la población, prolongando el problema.
Sabemos por décadas de ciencia médica que la infección en sí misma permite a las personas generar una respuesta inmune (anticuerpos) para que la infección esté controlada en toda la población por la "inmunidad de rebaño". De hecho, ese es el objetivo principal de la inmunización generalizada en otras enfermedades virales: ayudar con la inmunidad de la población. En este virus, sabemos que la atención médica ni siquiera es necesaria para la gran mayoría de las personas infectadas.
4. Las personas mueren porque no se está haciendo otra atención médica debido a proyecciones hipotéticas.
Se ignora la atención médica crítica para millones de estadounidenses y las personas mueren por acomodar a los pacientes "potenciales" de COVID-19 y por temor a propagar la enfermedad. La mayoría de los estados y muchos hospitales interrumpieron abruptamente los procedimientos y las cirugías "no esenciales". Eso evitó el diagnóstico de enfermedades potencialmente mortales, como la detección del cáncer, las biopsias de tumores ahora no descubiertos y los aneurismas cerebrales potencialmente mortales.
También se omitieron tratamientos, incluida la atención de emergencia, para las enfermedades más graves. Los pacientes con cáncer diferían la quimioterapia. Se omitió aproximadamente el 80 por ciento de los casos de cirugía cerebral. Los pacientes con accidente cerebrovascular agudo y ataque cardíaco perdieron sus únicas oportunidades de tratamiento, algunos murieron y muchos ahora enfrentan una discapacidad permanente”. Sobra decir que todo lo anterior se podría aplicar también a Colombia, donde tratamientos médicos son diferidos y se exige que toda muerte por enfermedad respiratoria sea clasificada como muerte por COVID-19, hasta que no se pruebe lo contrario… si es que se llega a hacer alguna prueba.
5. Tenemos una población en riesgo claramente definida que puede ser protegida con medidas específicas.
La evidencia abrumadora en todo el mundo muestra consistentemente que un grupo claramente definido, las personas mayores y otras personas con afecciones subyacentes, es más probable que tengan una enfermedad grave que requiera hospitalización y más probabilidades de morir por COVID-19. Sabiendo eso, es un objetivo alcanzable de sentido común dirigir la política de aislamiento a ese grupo, incluyendo el monitoreo estricto de aquellos que interactúan con ellos. Los residentes de hogares de ancianos, los de mayor riesgo, deberían ser los que se deberían proteger sistemáticamente de las personas infectadas, dado que ya viven en lugares confinados con entrada altamente restringida.
La política apropiada, basada en la biología fundamental y la evidencia ya disponible, es instituir una estrategia más centrada, como algunas descritas, en primer lugar: proteger estrictamente a los vulnerables conocidos, aislar a los más enfermos y abrir la mayoría de los lugares de trabajo y pequeñas empresas con algunas precauciones cuidadosas para grupos grandes.
Esto permitiría que la socialización esencial genere inmunidad entre aquellos con un riesgo mínimo de consecuencias graves, al tiempo que salva vidas, previene el hacinamiento de los hospitales y limita los enormes daños agravados por el continuo aislamiento total. Dejemos de enfatizar la evidencia empírica mientras, en cambio, duplicamos los modelos hipotéticos. Los datos importan”.
Ver: 5 facts point to a swift end to COVID19 lockdown
Como podemos ver, los dados y los datos de esta “pandemia” están cargados, la OMS, como si fuera una pitonisa, ya prevé que: “Hasta que estén disponibles intervenciones farmacéuticas específicas y efectivas (por ejemplo, terapias y vacunas), los países pueden necesitar aflojar o restablecer las medidas durante la pandemia”.
Lo anterior traducido al lenguaje cotidiano significa que hasta que no aparezca una vacuna (las terapias solo las mencionan como adorno), seguiremos en perpetuo estado de sitio, ya que si alguien estornuda en la China, miles de negocios serán cerrados por todo el mundo y millones de personas encerradas de nuevo, estableciéndose así de facto un gobierno mundial presidido por un cuerpo noelecto, la OMS, la cual a través de sus políticas que no corresponden a ninguna pandemia dirá quién vive y quién muere, y qué países caerán en la ruina.
Después, con la famosa vacuna, tendrán a través de su campaña mediática de pánico, implorando a la gente para que la vacunen, a sabiendas de que hasta el momento ninguna vacuna ha sido efectiva contra ningún virus y que lo más probable, dado que según la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos “las vacunas son inevitablemente inseguras”, es que el remedio sea millones de veces peor que la enfermedad (ver).
Una palabra que nos es muy familiar
Una palabra que nos es muy familiar en Colombia, la palabra “fraude”, ha aparecido junto a la palabra “pandemia”. La “pandemia es un fraude”, lo han expresado científicos, médicos, investigadores y críticos de lo que ha impulsado y continúa impulsando la OMS, o sea que se continúe con estas políticas de encierro hasta que “no se encuentre una cura o una vacuna” y que nada volverá a la normalidad mientras esto no suceda. El gran fraude consiste en que la OMS, Bill Gates y las grandes farmacéuticas tienen intereses monetarios para que esta falsa pandemia continúe viva y la gente siga presa del pánico inducido por los medios de comunicación para que termine aceptando una vacuna; la solución final de Gates, para una pandemia que no existe (ver).
La narrativa es la siguiente: el Dr. Anthony Fauci, consejero de Trump para la pandemia, apoya monetariamente a un laboratorio en la China que está experimentando con coronavirus extraídos de murciélagos. El primer brote de coronavirus que aparece en Wuhan, nos dicen que es “muy contagioso y letal”. La Organización Mundial de la Salud, que recibe financiación de Bill Gates declara una pandemia, pero con el correr del tiempo se demuestra que la pandemia solo existía en las proyecciones pero no en la vida real. Los beneficiados principales por la pandemia serán los fabricantes de vacunas. Tanto Bill Gates, como el Dr. Fauci como la OMS tienen interés en que se desarrolle una vacuna como solución a la pandemia que no existe. Su meta: vacunar a 6 billones o más de personas. Gates tiene participación en 7 compañías que están trabajando en producir una vacuna, lo mismo que el Doctor Fauci. La OMS será la vendedora de las vacunas y promotora de la misma, y como intermediaria, haría millonarias ganancias. El conflicto de intereses es obvio. Como dijimos antes, nunca se ha podido crear una vacuna efectiva contra un virus: ¿dónde está la vacuna contra el VIH? La vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) ha sido un fracaso y Merck, el fabricante, está siendo demandado en Estados Unidos por:
1. Fraude y engaño
2. Tergiversación negligente
3. Producto defectuoso - advertencias e información inadecuadas
4. Negligencia médica
5. Asalto médico
Ver: Merck acusado de fraude, engaño y negligencia en caso sobre Gardasil en los EE. UU.
Esto con una vacuna que lleva ya casi décadas en preparación. Ya pueden saber lo que les esperará de una vacuna hecha a la carrera solo para enriquecer aún a las farmacéuticas y crear una nueva clase de enfermos, crónicos y producir indudablemente más muertes. Por medio de la vacuna tendrán un control total de nuestra vida y nuestra muerte. Los vacunados tendrán derecho de circular (incluido el viaje final al cementerio) y los no vacunados serán discriminados, restringidos e incluso encarcelados o vacunados a la fuerza (ver).
Los gobiernos que creyeron en las directivas de la OMS o fueron engañados o son cómplices de esta farsa. Los daños económicos, humanos y sociales son incalculables y los que se vienen con la vacuna serán aún peores. Todas las políticas de aislamiento y encierro, eran absolutamente innecesarias, como lo demostrara Suecia, la cual no siguió las políticas de la OMS y sin encierros ni cuarentenas ha logrado controlar la diseminación del virus (ver).
Todos hemos sido víctimas de la una campaña psicológica y de medidas represivas fascistas, con la pérdida de todas nuestras libertades y derechos, bajo la pantalla de combatir una pandemia que no era tal, y de un virus que en fin de cuentas resultó ser tan mortal como el virus de la influenza estacional (ver).
En resumen, usar tapabocas, estar confinados, haber cerrado los negocios y las fronteras, solo está arruinando al pueblo y no está ayudando nada para la contención del coronavirus, tan solo está haciendo que la vida del virus se extienda más ya que no se alcanza la inmunidad de rebaño entre más aislamiento haya, incrementando así el número de las víctimas.
El gobierno actuó irresponsablemente, siguiendo sin cuestionarse unas directivas de la OMS que no correspondían a las condiciones de Colombia y ahora es el directo responsable de todas las pérdidas humanas y económicas que estas políticas neocolonialistas han causado en la mayoría de la población. Todos los cierres deben ser levantados de inmediato y el gobierno debe indemnizar a las víctimas de este fraude, ya fuera por su acción u omisión.
Y para terminar, parodiando a Fontanarrosa, un minicuento para meditar: “Cuando finalmente salieron de sus casas, el virus todavía estaba allí”.