Hace menos de una semana, en una población pobre y de vivir rudimentario en el departamento del Atlántico, unos avivatos sembraron en la feligresía el concepto que dentro de tres días su iglesia ingresaría a la Nueva Jesuralén, donde los fallecidos que creyeron en Dios resucitarían para nunca más volver a morir. De todos los cuestionamientos que puedan surgir, este de qué vendrían hacer los muertos entre los vivos que estamos que nos vamos también es el más a la mano.
Actualmente, el mundo no está ni así de cerquita de parecer el paraíso que venden los Testigos de Jehová, pues otras iglesias pregonan el advenimiento de una vida feliz y plena, con desquite a bordo, que sucedería en otras partes. Por ejemplo, en una nube, al lado de Dios, su hijo y el Espíritu Santo (lo que vendría a ser un apelotonamiento sin dimensiones), por lo que muchos no sabemos en dónde realmente nos tocará resucitar con tantos lugares diferentes que nos ofrecen.
Así que muertos resucitando en este mundo no sería nada beneficioso para la economía de la propiedad privada, que es la sospechosa de enviarlos al otro lado por eso mismo, porque habemos muchos, diría que demasiados, en busca de redención, y el temor es que les quiten lo que han conseguido con sacrificios o con delitos. La norma de matar para vivir no ha variado desde antes de que Cristo caminase en pantuflas por las áridas tierras de David.
El asunto es que ya pasaron los tres días proféticos estipulados por los desajustados mentales que vendieron la vaina, y también quienes les compraron, y no ha habido el primer resucitado. ¿Cuál sería la respuesta que tendrán como escape a la encerrona de no cumplir?, ¿como si el dueño de todo el universo ni les hubiera parado bolas?
Es posible que el agarre sea la pandemia para salir del dilema, también la excusa sin posibilidad de refutar que ya resucitaron, pero en otra parte, y que nosotros para verlos hemos de morir también, aunque no faltará el disociador que diría que de seguro no resucitan porque ninguno murió creyendo en Dios como les enseñaron, sino como les dio la gana. Y aquí pueda que tenga razón...