En estos momentos me encuentro por la ciudad sabanera de la costa de Sincelejo y viviendo con muchos de los jóvenes muchos de ellos amigos, compañeros y hasta familiares en una de las zonas más excluidas y estigmatizadas del sur de la ciudad. No hay servicios públicos domiciliarios, las calles sin pavimentar y el acceso a salud y educación son precarios y de mala calidad. Los jóvenes no tienen opciones ni oportunidades distintas a vagar o al rebusque, casi siempre al servicio de mafias que los usan para el microtráfico de drogas, el cobro de cuentas, la mensajería, la prostitución y el contrabando.
La cuestión está desbordada. Los gobiernos local solo acatan a presionar a la policía y al ejército, para que atropellen a los jóvenes, para que abusen de su poder y de sus armas y capacidad de intimidar y maltratar. En la radio el Alcalde habla de estar movilizando la fuerza pública para garantizar la seguridad. Anuncia multimillonarias inversiones para dotar a la policía de carros y motos, de ubicación de nuevas cámaras de televisión en las calles, de incremento del pie de fuerza de la policía. Solo piensan en represión, en atender las expresiones superficiales de un mal mucho más profundo, cual es la pobreza agravada por el robo de los recursos públicos asignados para atenderla, así como de la degradación ética de la sociedad que está formando jóvenes aptos para el mal, y no para el bien común. A los jóvenes les piden conducta ejemplar, cuando comenzando por sus padres y llegando a los más altos dirigentes públicos y privados de la sociedad colombiana, lo único que reciben a diario es mal ejemplo.
El pasado 9 de enero en horas de la noche en uno de los parques de la zona sur, el ejército llego y a gritos y patadas les decía a los muchachos que disfrutaban en ese momento de un espacio público: “recójanse, manda de h.p. porque vamos a venir es a matarlos, porque nosotros no vinimos a meterlos presos, vamos a volver pero a matarlos de una vez, manada de ratas… el que esté tarde de la noche, le damos plomo”. Ya hay denuncias de jóvenes desaparecidos en estos primeros días del año y los homicidios de muchachos humildes ya deja una huella de dolor en sus familias al comenzar este 2015, año de la paz. Nadie dice nada, aquí no pasa nada…la indiferencia con la suerte de los jóvenes humildes y llenos de problemas pero también de esperanzas de vivir dignamente, es inauditamente infame!
Esto no es seguridad, es intimidación, barbarie, es abuso de poder. ¿Cómo aspiran a que la comunidad respete la autoridad, si esa autoridad lo único que hace es robarse y malgastar los presupuestos públicos y atropellar a sus jóvenes? A los jóvenes nos tratan de chirretes, malandros, mompirris, maleantes, ladrones....nos acudan de lo peor de lo peor.
Al día 10 de Enero, siguiente me siento en el parque y me doy cuenta que bajan 6 muchachos del carro del ejercito con placas UAM 806 y los dejan en el CAI de la policía. Con preocupación me acerco y comienzo hablar con ellos y los señores de la policía. Me cuentan los muchachos que venían caminando por la troncal, cuando se bajaron los militares de sus carros y los cogieron subiéndolos al camión, y diciéndoles que se los iban a llevar a prestar el servicio militar. Pero bueno hasta yo conozco la Ley dice que todo ciudadano colombiano debe dirigirse al distrito militar más cerca de su residencia para resolver su situación militar, mas no dice que el ejército llegara a las comunidades a coger los muchachos que están en las esquinas, para secuestrarlos so pretexto de que deben prestar el servicio militar.
Pero después que dejan ir a los jóvenes del CAI, llega una patrulla de la policía con un muchacho que se nota que es del campo, con su vestuario de campesino y su elemento de trabajo como lo es el machete. Lo bajan esposado y lo entran la CAI. En ese momento miro, como lo cogen A golpes y trompadas, patadas en la cara, y el solo gritaba; “déjenme quieto que yo solo venia de la finca…me buscare un abogado para que me digan porque me están pegando…” Cuando se cansaron de pegarle y hasta partirle la cara a puntas de trompadas, lo soltaron. Entonces la pregunta es, ¿si supuestamente es un delincuente, porque lo soltaron después de todos los golpes que le dieron? No olvido que cuando estaba viendo estas cosas que le hacían al joven campesino, un oficial de la policía se acercó y me dijo de mal modo: “retírese de aquí porque esto es de policías, no de usted”
Y al día siguiente por la noche, llega una moto con hombres tapados el rostro y hacen más de 6 disparos y una de las balas hirió a una niña de 13 años de edad en las manos, y a otro joven le impacta en la columna. El 13 de enero a la 1 de la tarde, fue asesinado un joven de aquí, en el barrio Villa Madi. Le propinaron 6 impactos de bala en la cabeza. Todo esto lo he vivido en algo más de una semana, en un entorno que no supera las tres manzanas de mi barrio en Sincelejo.
Mientras tanto, ni la Defensoría del Pueblo, la Personería Municipal o la Secretaria del Interior, se pronuncian. Parece que a nadie le importa. Que dolor, y que impotencia!!