El descontrol en los precios de los artículos de primera, segunda, tercera o cuarta necesidad, que en todo sentido ha imperado a través de los tiempos en el país y en la región, cada vez se profundiza más.Esta va, por supuesto, en detrimento del consumidor, que es quien, en últimas, sufre las consecuencias de los ¨agostos¨ que a cada momento aprovechan quienes son los proveedores de las necesidades del pueblo. Como quiera que el estado en que ha quedado un alto porcentaje de casas, apartamentos o habitaciones obliga a sus propietarios a adelantar reparaciones mayores o menores , hecho éste que algún día tiene que hacerse, los materiales de construcción se ha convertido , al menos en esta región, en elementos indispensables que se requieren diariamente. Ello ha originado una serie de situaciones que no dejan de causar desconcierto en el ciudadano del común.
Nada extraño resulta ya, que uno o varios días antes de que el cemento vaya a subir de precio, se presente, como por arte de magia, una casi absoluta escasez en todos los puntos de venta. Pero basta con que alguien dé luz verde a la orden de aumento de precio, para que ¨florezcan¨ los bultos de cemento por doquier, pero, obviamente, con el recién, autorizado o no, precio nuevo. Así las cosas, al usuario no le queda otra alternativa que someterse a los vaivenes de los precios del cemento, del hierro, de la madera y de los demás materiales de construcción, pues nunca se sabe a ciencia cierta cuál es el precio legal de tales elementos. Uno de los aportes que cualquier organismo del gobierno pudiera hacer en beneficio de la ciudadanía, sería, al menos, informar de manera oficial cuáles son los precios establecidos legalmente en la región. De esta manera se evitaría la constante anarquía y usura que impera en el sector de los proveedores de los materiales para la construcción. Nunca se presenta unidad de precios de estos insumos, pues las ganancias pareciera que fluctuaran considerablemente de un expendedor a otro, y así es muy factible encontrar tantos precios diferentes cuantas cotizaciones se soliciten en una u otra parte.En últimas, es el consumidor, que requiere tales materiales, quien termina siendo el afectado, pues nunca está informado si el precio que está pagando es el autorizado o no.
Si antes del desastre de enero, se venía generando en la región un desequilibrio en los precios del cemento y en general de los materiales para la construcción, ahora,, después del 25 de enero, sí que se ha tornado esta situación como un río revuelto, en el que, al parecer, los únicos que obtienen ganancias, más que significativas, son los distribuidores al detal o al por mayor. En este país tan convulsionado por una u otra situación de despilfarro, de enriquecimiento ilícito, de guerrilla, de paramilitarismo, de paros, de huelgas, de atracos, de pescas ¨milagrosas¨, de chantajes, de corrupción, etc., al parecer no le queda espacio a ningún funcionario para controlar las escaladas alcistas que, con inusitada frecuencia, se presentan en los precios de artículos indispensables.Mientras tanto, a cada uno le corresponde acomodarse como mejor pueda, pues un control que no se vislumbra muy difícil, tal pareciera que nunca se hará.
COLETILLA: Ojalá que alguna institución o algún funcionario gubernamental entre a mediar en este ramo de los materiales para la construcción, antes de que los precios sigan su escalada incontrolada hasta ahora.
Nota aclaratoria:
Este artículo fue escrito en 1999 cuando me desempeñaba como columnista del diario regional "La crónica del Quindío" e incluido en el libro Aconteceres de mi autoría y publicado por la Universidad del Quindío. Considero que reviste actualidad, toda vez que tras 14 años, este país, en algunos aspectos, sigue en las mismas, y hoy se habla en más de un medio de comunicación de los elevados precios del cemento.
