Un día de 1955 el Nobel argelino Albert Camus pronunció en París un discurso en honor al exiliado presidente Eduardo Santos. De esa pieza maravillosa se pega siempre la siguiente sentencia: “no todas las hijas de la libertad son legítimas”.
Usar redes sociales para agraviar por política puede ser considerada la hija más ilegítima de la libertad de expresión. El lenguaje, según Savater, es el elemento humanizador y a lo mejor lo único que nos diferencia de los animales; más si lo usamos sólo para ofender, le quitamos esa connotación.
Entrar a X (Twitter) o Facebook es como ingresar a un ring de boxeo; hay que llegar dispuesto a recibir o a dar golpes. Hay personas que abusan grandemente de esa libertad; las redes se han convertido en el púlpito en el que se encaraman muchos resentidos con afán de figuración. Hay dos tipos de interlocutores, unos que argumentan y otros que divagan; hay otros que no merecen ni siquiera el calificativo de interlocutores.
Derrotar con argumentos es muy satisfactorio; en X me tiene bloqueado un ex alcalde de Medellín, una congresista que me parece muy pilosa y un periodista de reconocimiento nacional. Sin lanzar un solo insulto, a fuerza de argumentar optaron por el silencio; que también es un espacio válido para los derrotados. Deponer las armas en redes ya no es una virtud, es un método para ganar.
En redes sociales ganan los más inteligentes
Es terrible:; Entrar a X (Twitter) o Facebook es como ingresar a un ring de boxeo; hay que llegar dispuesto a recibir o a dar golpes...
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