Vivimos en un mundo ineludiblemente ahogado en noticias, de manera tal que ya nos cuesta bastante distinguir cuáles son reales y cuáles son falsas. Sin embargo, si las noticias abundan, aún más abundan los comentarios que las aluden, rechazan o acatan sin importar su procedencia.
Resulta muy irónico que se dé por sentado que la gente esté "informada" en propoción al número de comentarios que se da en cada una de las publicaciones. Nada más lejos de la verdad. La gente, en general y me incluyo, tiene la muy mala costumbre de informarse apenas con el titular. De ahí que los juicios de valor salten sin ningún reparo.
Para el ojo observador esto es muy notable, más si se fija en los patrones de conducta de los usuarios de Facebook y otras redes sociales en donde es parte de la dinámicacomentar.
Ejemplos de estos son muy fáciles de hallar; eso, claro, varía en el tipo de noticias o más bien en la sección en la que se fije.
Política:
Esta es la viva muestra de una visión polarizada y francamente ridícula de dos fuerzas opuestas apuntándose entre sí con la misma aceleración e igual impacto. Por consiguiente, esta es una lucha virtualmente infinita que se resume a una gresca verdulera entre partidarios de la derecha, cuyos mayores representantes parecen ser los del Centro Democrático, presididos por el otrora presidente y hoy senador de la república Álvaro Uribe Vélez.
Sus seguidores son fervientes admiradores, casi religiosamente asisten a sus conferencias y están pendientes de él, le tratan como a una suerte de mesías con carriel, mano dura y corazón firme (¿o era al revés?).
Pero si el uribismo tiene sus feligreses, detractores no le faltan y es curioso porque al parecer como la religión misma, los detractores parecen estar más pendientes de él, como cuando un ateo sabe más de la Biblia que el propio rebaño.
No dan cuartel a cuanto trino le sale de las entrañas para criticarlo, pero aun los que no tienen ni idea de por qué lo critican, le tienen apelativos a él como "paraco" y a sus allegados políticos y seguidores de cariño "uribestias". Insultos recurrentes, sacados de una plantilla estándar, generalmente sin argumentos que lo sustenten.
Luego están los derechistas que contraatacan a sus adversarios políticos con la misma visceralidad de los que llaman "mamertos" o "guerrillos" a una más variada de representantes entre ellos Timochenko, Iván Márquez, Piedad Córdoba, Ivan Cepéda y la lista sigue de largo.
Basta con leer en el titular del medio "Uribe", "Farc", "Petro", "Oscar Iván Zuluaga" u otros reprentantes para prender la mecha de la intolerancia. Lo peor del asunto y lo que evidencia esta falta de conocimiento político, tanto de la historia como tal como de la lucha ideológica, mejor conocida como ganas de joder, es que navegando en cualquier noticia de otra sección, dígase de farándula, es que aún así sin tener nada que ver proliferan los chistes políticos repetidos, cliché y cansados.
Todos empiezan por el popular: "Ah pues si hubiera pasado en Colombia, los políticos...", "a los uribestias/mamertos no les gusta esto" o cualquier otro dependiendo de lo que se vaya a informar en el momento.
Y luego están los indignados por un problema que todos olvidan, pero por el cual quieren hacer sentir culpable al resto de seres humanos, así no más como por hacerse mártires sin mayor dolor.
Farándula:
Es cierto, todos nosotros estamos de acuerdo con que las noticias de farándula y entretenimiento (que no hay que confundir con cultura) son reverendamente irrelevantes en ciertos aspectos, en la medida de que no aportan mucho a un arreglo progresivo de la actual situación sociopolítica y socioeconómica del país. No obstante, como he anotado, nunca falta el héroe cómodo que quiere hacer revolución con una frase tan gastada y tan hipócrita como su misma moral, de la cual también hay un portafolio prediseñado.
—"Hay noticias más importantes como la plata que se roban y ustedes publicando bobadas".
—"Uy no, pues ya puedo dormir tranquilo con esa noticia tan importante.
—"Me vale (inserte aquí el un número en la medida de peso, volumen o longitud de su preferencia) de v3%g@".
Y esta es de por sí, la forma más idiota de ser inteligente y la más mezquina de ser moral. Lo anterior, en primer lugar, porque si está tan indignado con una noticia de farándula, una persona con tres dedos de frente o la ignora o comenta lo que es y si tanta gana tiene de comentar una nota política, bien pueda sírvase a buscarla en la respectiva sección.
Deportes:
Esta es, de las tres formas de comentarios en las redes, más ligera porque se apega ligeramente más a la coherencia de lo que entona el titular.
De hecho, me aventuro a decir que la sobreinformación en este campo resulta un tanto más peligrosa que la ignorancia de no saber nada, porque siendo un tema en que presuntamente se debe compartir en paz y armonía, lo único que nos salva de una posible lesión causada por otro fiel hincha de turno es la distancia y la seguridad que nos brinda un computador, así mismo lo que no evita un madrazo es la democracia de internet que permite a todo mundo entrar.
Esto no es nada comparable con como cuando un jugador, cualquiera sea su talla, sale al exterior, porque ahí es donde revienta el chauvinismo digital. Caso más reciente, el de Yerry Mina, jugador guaceneceño que debutó en el deportivo pasto y pasa a ser (me disculpan los conocedores si me equivoco) el primer jugador colombiano del Barcelona.
A este caso se le suman otros más, porque hablando por mí y otro colectivo menos barulloso, hay personas que simplemente no gustamos del fútbol y ¡Ay! donde se haga un comentario que para ellos desmerite tal logro de los jugadores porque inmediatamente la alarma patriota se dispara y seguido inician los improperios, se vuelve uno el apátrida, amargado y demás.
Digamos que uno la saca barata, porque esos mismos hinchas que con tanta expectación tienen endiosado a su jugador, fácilmente se delican si el entrenador del equipo de turno decide por estrategia en uno de los encuentros no ponerlo a jugar y ahí es donde literalmente saltan las amenazas de muerte.
En ese orden ideas, Colombia es un país adicto a las malas noticias. Eso, seguramente porque permite una pequeña catarsis al poder gritarle tanto improperio bien merecido a los políticos que cada cuatrienio nos hacen tanto daño. Sin embargo, lo que no vemos es que en esa dinámica todos entramos en una suerte de fuego cruzado, ese del que irónicamente queremos salir.
El 54.3% de las noticias que circulan son malas y son las que venden, luego de eso están las de las otras categorías mencionadas. Como ya dijimos, en redes a la gente le sobra tanto veneno y le falta tanto sentido común que solamente va a comentarlas a decir que "no les importa".
Soñamos con encontrarnos a un uribista, un mamerto, un santafereño o un hincha de Millonarios, del Barcelona o del Madrid o con que Zidane se dé el tiempo para responder con miedo retractándose ante los hinchas colombianos por no haber metido a James a jugar para tener entretenido nuestro instinto de pelea, y si no, pues la emprendemos con algún advenedizo incauto. Y hasta que no concibamos este patrón, no lo aceptemos y no lo corrijamos, imposible nos va a quedar cambiar en algo la actitud de este país.