La comunidad de Medellín perdió el viernes 3 de noviembre a una mujer excepcional. No es una formalidad. La labor de Diana Córdoba por sus semejantes deja una huella imborrable. En primer lugar, para aquellas mujeres antioqueñas violentados en sus derechos que tuvieron en Diana una tenaz defensora de la equidad de género en concreto: asistencia jurídica sí, pero también búsqueda soluciones de vivienda, de apoyo a los hijos de esas colombianas víctimas de violencia intrafamiliar, de dar pelea pro sustentos económicos, de reclamo ante la burocracia estatal de lo que entendía era de justicia para las víctimas. A riesgo de su propia seguridad personal como sabemos quiénes conocimos de su peripecia vital entregada y estresada por todo aquello que se resumía en una mujer víctima de la violencia.
Quedan sus escritos siempre orientados hacia la restitución de derechos queda su docencia a decenas de alumno que ojalá en buen número continúen la labor emprendida por Diana Córdoba. Queda su testimonio de vida en los equipos de trabajo que integró con dedicación plena como pudimos apreciar en ocasión del reconocimiento que le realizamos días atrás, cuando teníamos la incertidumbre y el dolor de su partida, sentimientos digna y valientemente compartidos por ella misma, en persona, en una enseñanza más que nos legó: saber que la vida es maravillosa cuando se la dedica a los demás. Esa es la esencia de lo humano: vivir en interacción con el otro y Diana así vivió. Como decían los latinos navegar es necesario…vivir no es necesario y Diana Córdoba navegó mucho en su vida y seguirá navegando en el recuerdo nuestro como aliciente cotidiano para la labor de cada uno de quienes la conocimos.
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La doctora Córdoba partió luego de batallar con dignidad y entereza contra un cáncer. Desde diferentes ámbitos públicos y privados se conduelen por esta pérdida para Colombia.
La doctora Córdoba perdió a su madre a los 17 años; enviudó muy joven; fue cabeza de familia durante la crianza y formación de su hijo, el doctor en Derecho, Andrés Barrada. Ejerció la docencia en la Universidad Autónoma Latinoamericana (UNAULA) de Medellín, donde creó el seminario sobre derechos humanos realizado durante años, además de ser docente invitada en otras casas de estudios superiores.
Fue una incansable defensora de la condición de la mujer, en defensa de las víctimas de la violencia intrafamiliar, tanto en lo jurídico como en la praxis, desempeñándose como asesora legal en Hogares de Acogida, estructura creada en Medellín para darle refugio y contención a mujeres víctimas de violencia de género.
Impulsó la creación de la Agencia Internacional de Entrenamiento Jurídico (Aindes), institución integrada por profesionales del Derecho, con especial énfasis en derechos humanos, provenientes de Ecuador, Italia, México, Uruguay.
Integró el Colectivo de Abogados Indemnizaciones Paz S.A.S., donde desarrolló investigaciones atinentes al «Derecho Internacional de los derechos humanos de las mujeres en Colombia como insumo a la sostenibilidad de la paz» (25 años de defensa de los Derechos Humanos, Editorial DIKÉ, 2018); coautora del libro «Breve Historia de la Mujer para jóvenes» (Secretaría de la Mujeres de la Gobernación de Antioquia-Editorial DIKÉ, 2019), entre otras publicaciones.
Desde la Corporación de Ayuda Humanitaria (CAH), institución con 25 años de labor en Antioquia, donde Diana Córdoba integró el equipado abogado de Atención Psico- jurídica en Territorio, se expresan con dolor por la pérdida de su destacada profesional al tiempo que expresan su reconocimiento: «Ha partido dejándonos grandes enseñanzas para continuar trabajando por la defensa de las mujeres».
La Secretaría de las Mujeres de la Alcaldía de Medellín reconoce «el legado dejado por esta gran profesional a las mujeres de la ciudad», y desde la Secretaría de las Mujeres de la Gobernación de Antioquia se la despidió caracterizándola como «una mujer insistente en la defensa de los derechos de las mujeres. Siempre nos queda la energía y la claridad de las mujeres se suman a esta causa con entereza y compromiso».