La semana pasada recibimos muy buenas noticias de Ecopetrol. La empresa anunció utilidades por 11,6 billones de pesos, casi el doble de 2017 y 7 veces más que las de 2016. Un gran logro de todos los trabajadores y trabajadoras a su servicio.
Y un gran alivio para el gobierno, que recibirá entre 6 y 8 billones, dependiendo lo que decidan en la asamblea de accionistas del próximo 29 de marzo. Es una buena noticia en medio de las desalentadoras cifras de desempleo, el déficit que están produciendo las reducciones tributarias a las empresas aprobadas en la mal llamada ley de financiamiento y el mediocre crecimiento económico.
El esfuerzo de más de 30.000 trabajadores directos y tercerizados ha generado mucho más que las migajas que se recaudarán con los nuevos tributos a asalariados, contratistas y clase media incluidos en la reforma tributaria disfrazada, aprobada en diciembre pasado. Eso demuestra sin duda alguna la importancia de Ecopetrol como empresa pública. Por eso debemos defenderla.
Es extraño entonces, o difícil de explicar, que el gobierno siga pensando en vender más acciones de Ecopetrol al capital privado. La empresa tiene recursos propios para invertir en su objeto social. Incluso viene pagando anticipadamente deudas contraídas con el sector financiero. La única razón, lamentable razón, es el afán de vender un porcentaje de acciones para llenar el hueco fiscal producido por las grandes gabelas tributarias con las que el gobierno paga a sus amigos de las trasnacionales y magnates empresariales. Grave equivocación.
Tan grave como la venta de las acciones de Ecopetrol es la idea de vender a Cenit, grupo empresarial de propiedad de Ecopetrol, que genera el 30 % de sus ingresos, con los que se logró incluso utilidades en medio de la crisis de los precios del petróleo a finales de 2014.
Mientras los trabajadores directos y tercerizados
son los que producen toda esta riqueza,
estos últimos son precarizados cada vez más
Y es patético que mientras se anuncian esas enormes utilidades, la refinería de Barrancabermeja haya vivido tres incidentes operacionales, entra ellos dos incendios, sin que hasta ahora se sepa cuáles fueron las causas y si las mismas están asociadas a la falta de un buen modelo de mantenimiento preventivo en el cual Ecopetrol lleva ahorrando dinero desde hace mucho y que está bajo la responsabilidad de trabajadores tercerizados y mal pagados.
Y lo peor es que, mientras los trabajadores directos y tercerizados son los que producen toda esta riqueza, éstos últimos son precarizados cada vez más. Ecopetrol desde hace dos años se niega a aplicarle los salarios de los trabajadores directos, desconociendo el Decreto 0284 de 1957 y dos sentencias de la Corte Constitucional. Se siguen diseñando políticas laborales unilaterales para ellos, obviamente disminuyendo sus derechos laborales. En filiales como Cenit, Ecopetrol no ha permitido acordar los derechos de los trabajadores y por eso encontramos pésimos salarios y prestaciones en las actividades tercerizadas, un foco de conflicto laboral inminente.
Las utilidades de Ecopetrol pueden y deben desempeñar un papel protagónico en la transformación productiva del país. Tiene los recursos y la tecnología para hacerlo, pero debe mantener su carácter público. Está demostrado que es la mejor empresa de Colombia, sería un error entregarla al capital extranjero.
Estas utilidades se deben usar para la transición energética. Ecopetrol debe liderarla, Ecopetrol debe ser la empresa que haga esos proyectos, no se puede hacer la transición energética mal, entregándosela a las empresas trasnacionales. Es nuestro desarrollo y la calidad de vida de los colombianos la que está en juego.
¿Invertirá Ecopetrol en refinación y en petroquímica? ¿En transición energética? ¿Se llevará el gobierno todas las utilidades? Amanecerá y veremos.
¿Invertirá Ecopetrol en refinación y en petroquímica? ¿En transición energética? ¿Se llevará el gobierno todas las utilidades?