Hace un año, Luis Eduardo Garzón, antiguo sindicalista petrolero, fue nombrado ministro del Trabajo y para “celebrar” la ocasión el diario El Tiempo le dio espacio en sus páginas de opinión para publicar una columna titulada “Ambiente de Paz… Laboral”. En ella el exalcalde concluye que “respiramos tranquilidad en un ambiente de permanente concertación”.
Leí y releí la columna. Pensé que era de otro país del que hablaba el “camarada” Lucho, pero no, era de Colombia. Y no sin sorpresa, usó su pluma para mostrarse como un gran estadista hablando de cifras de formalización laboral, de aumento en el acceso al sistema de seguridad social y de reducción de tasas de desempleo. Lucho alabó la gestión del presidente Santos en materia laboral, pero los hechos, más que las cifras, y las encuestas demuestran todo lo contrario.
La realidad del trabajo en Colombia no la reflejan las cifras oficiales.Se necesita ser trabajador y andar a pie para entender que hay personas, dramas y situaciones que no las miden los indicadores que el ministro aprendió a recitar porqué esas cifras frías ocultan varias realidades y muchos problemas, que claro no existen en el paraíso del Mintrabajo, paraíso en el que además no viven prácticamente ninguno de los 22 millones de trabajadores.
La tasa de informalidad se mantiene por encima del 60 % y las tasas de sindicalización y negociación colectiva siguenpor debajo del 4 %. Estas dos cifras extremas aclaran el panorama, que el problema es de desigualdad y exclusión social, que en Colombia los trabajadores no tienen permitido acordar el valor de su trabajo y que el Ministerio de Trabajo no tiene capacidad, ni interés, de disminuir la primera y hacer crecer la segunda. ¿Creen los ciudadanos de este país que hay felicidad laboral? No, y así lo dicen todas las encuestas de opinión que califican mal el gobierno en lo laboral.
Mintrabajo en sus boletines de prensa se enorgullece por la “formalización” de algunos cientos de manicuristas, taxistas, floricultoreso algunas pequeñas empresas, mientras en la nómina del Ministerio de Trabajo, los contratistas civiles y los temporales son mayoría.El Estado colombiano es el principal infractor de las normas laborales sobre formalización y causante de la infelicidad laboral de la inmensa mayoría.
El Ministerio de Trabajo no ha podido —o querido— investigar a docenas de empresas que usan la intermediación y la tercerización laboral ilegalmente y que han sido denunciadas reiteradamente por organizaciones sindicales. Solo en Ecopetrol, la primera empresa del país, las tres cuartas partes de la nómina es tercerizada. Pero el Ministerio que dicen que dirige Lucho no ha podido resolver nada. Pese a todo este mar de impunidad, que quiere mantener por la fuerza la “paz” laboral restringiendo la acción sindical, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), siguen creyendo en el camino de la ley. Hace más de seis meses interpusieron más de 50 quejas por tercerización ilegal que a la fecha no tienen al menos un número de radicado.
La huelga más reciente, la de Palmas del Cesar, a la que hace alusión Lucho en su columna, y que duró casi tres meses, habría podido evitarse si él hubiera cumplido con firmeza su función de hacer imponerla ley laboral, pero le da miedo, más cuando se trata de los poderosos.
En las narices del Ministerio la empresa Ramo despidió sin piedad a casi 300 trabajadores, muchos de ellos madres cabeza de familia, personas con enfermedades crónicas, gentes con más de 20 años de servicio a una empresa que en una mañana, en silencio, bajo amenazasy con engaño les dejo sin futuro en plena Semana Santa. De más está decir que entre ese grupo de víctimas estuvieron los 126 trabajadores sindicalizados de esa empresa.
En enero de 2015 la Procuraduría ordenó al Mintrabajo inspeccionar las empresas con trabajadores que ejecutan actividades de alto riesgo y que están obligadas a pagar aportes adicionales en pensiones. Ni una sola empresa ha sido visitada hasta hoy. La Corte Constitucional dejó sin efecto despidos autorizados por el Ministerio en graves casos de trabajadores enfermos, hecho por el cual está citado Lucho el 25 de agosto al Congreso.
Es tal la inacción del Ministerio de Trabajo que las Cortes terminan actuando años después allí donde ha debido hacerlo la cartera de gobierno.La Corte Constitucional por ejemplo, recientementesancionó duro a Avianca ordenando lo obvio, nivelar los salarios de los trabajadores sean sindicalizados o no.
Lucho no ha cumplido promesa del presidente Santos de devolverle a los trabajadores los recargos nocturnos por trabajar de 6 p. m. a 10 p. m. y a los pensionados disminuirles los aportes a la salud.Y no está en su agenda cumplir la orden de la Constitución de presentar un proyecto de ley del Estatuto del Trabajo. O la ley que desarrolle el derecho de huelga como lo ha ordenado reiteradamente la Corte Constitucional.
A Lucho y a Santos se les olvida que están en el poder por el apoyo del sindicalismo. ¿O Lucho cree que vive en Dinamarca? La paz laboral que promueve el señor ministro es una con sindicatos domeñados, sin derecho a negociar o derecho de huelga, eso no es paz, es pacificación y la consecuencia será más agitación laboral. No lo dude señor ministro.
Mi opinión no refleja la de la USO, organización sindical de la que soy vicepresidente