Con un conversatorio organizado por la Gobernación de Córdoba y la Secretaría de Cultura de ese departamento, se recordó al escritor, periodista y diplomático David Sánchez Juliao, al cumplirse once años de su desaparición. En el evento participaron José Luis Garcés González, Jairo Tamara Solano, Nicolás Corena y Antonio Dumett.
Para el escritor cordobés José Luis Garcés González, “David Sánchez Juliao pertenece al concepto de oralidad caliente, esa que comunica y emociona; puede vencer una oralidad fría, pero no convence ni conmueve. En cambio, la oralidad de Sánchez Juliao es caliente porque vence y convence, a la vez”.
“Yo creo que David Sánchez Juliao está inscrito dentro de los grandes exponentes de la cultura oral de este país y de América Latina porque quienes lo conocimos sabemos que su palabra era reverberante, vertiginosa, hablaba para convencer”, precisa González.
David Sánchez Juliao es el autor de, Pero sigo siendo el rey, Mi sangre aunque plebeya, obras llevadas a la televisión con estupenda sintonía y una de sus historias El flecha sirvió de base para Gallito Ramírez, otro gran éxito de la televisión nacional.
“David conocía muchos cuentos y de allí surgían sus historias, era preguntón, tenía buen oído, atendía bien, entrelazaba la imaginación con la memoria, recordaba las anécdotas más insólitas y una persona dotada de esos dones está destinada a ser un buen conversador”, dice González.
Según algunos estudiosos, Sánchez Juliao es el precursor en el país de una literatura grabada en casete, similar al audio libro de la actualidad. Escribió sobre música y se empoderó de muchas de sus estructuras para desarrollar su narrativa; su creación literaria le permitió obtener importantes premios como el Nacional de Cuento en varias oportunidades, el Premio Nacional de Novela Plaza & Janes con, Pero sigo siendo el rey, obra con la cual hace un homenaje a la música mexicana.
Ha sido traducido a doce idiomas y por razones académicas residió en cuatro continentes. La importancia de este escritor es indudable en la literatura nuestra y, por lo tanto, es válido que se le recuerde, no sólo en la fecha de su muerte, sino visitando las páginas de sus libros para vencer la costumbre nacional de la desmemoria y la ingratitud que parecen caracteriza a gran parte de los colombianos.