Miranda, igual que varios municipios del norte del Cauca, es centro de operaciones de grupos criminales y escena recurrente de homicidios. Decenas de jóvenes se pierden en el fragor de la violencia, que se adapta y reconfigura alrededor del narcotráfico, como si fuera el fogón mismo del infierno.
En tal escenario, que se diría dantesco, la existencia de una orquesta sinfónica conformada por jóvenes y niños, cuyo talento deslumbra entre propios y foráneos, parece una idea inconcebible, casi absurda. Por fortuna, para devolvernos la chispa de un porvenir posible, la sinfónica de Miranda existe y se destaca por las virtuosas interpretaciones clásicas, del jazz y la música del Pacifico.
“La destreza que demuestran los jovencitos de la sinfónica es envolvente, da mucha gracia poder escucharlos, son muy talentosos”, manifiesta una persona que ha tenido el placer de escucharla. Se han destacado en escenarios nacionales y regionales, con lo cual los integrantes se motivan para perfeccionar sus talentos y servir de inspiración a niños y jóvenes. Teniendo en cuenta las noticias que produce nuestro departamento, a la gente de otras regiones le tiene que costar mucho creer que en medio del caos puede florecer la cultura; que también aquí hay poetas, músicos, y artistas; que tenemos bandas sinfónicas y que hay mucho talento entre los jóvenes. No existen las condiciones ideales para que este se desarrolle, pero sobra y a pesar de las circunstancias adversas, se abre camino. La cultura, el arte, el deporte son la prueba de que somos un departamento resiliente, que no se deja vencer por las adversidades, que en medio de la guerra, el espíritu del ser humano sigue intacto.
Tal vez, sin saberlo, los chicos de la sinfónica de Miranda, sus profesores, sus familias y todos aquellos que han aportado algo para que la música logre apagar el sonido de las balas, están salvando la vida a muchos que a través de sus interpretaciones pueden llegar a comprender que hay otros caminos y universos posibles.