El presidente Biden anunció que Estados Unidos propondrá la eliminación temporal de los derechos de propiedad intelectual de las vacunas contra la Covid 19. Este anuncio está sacudiendo la OMC y seguramente despertará gran controversia y posiblemente el mundo se volcará a favor de esta posición. Sin embargo, este tema es más complejo de lo que parece.
En primer lugar, el camino escogido por Biden es someterlo a un consenso dentro de los 164 miembros de la OMC. La Representante Comercial de EE. UU. acotó que se trataba de eliminar temporalmente “ciertos derechos” y que “este proceso llevaría tiempo”. Por su parte, la Unión Europea señaló que estaba dispuesta a comenzar las negociaciones, pero Ángela Merkel advirtió que se oponía al plan de Biden.
El consenso es difícil pues hay países que se oponen fuertemente a una medida de este tipo, tales como Australia, Canadá, Alemania, Noruega, Japón y Suiza entre otros, pues tienen enormes compañías farmacéuticas que lucran de este negocio y tienen gran capacidad de cabildeo.
En EE. UU. la situación tampoco es fácil: un estudios sobre las contribuciones a las campañas políticas y los gastos en cabildeo en EE. UU. entre 1999 y 2018 encontró que la industria farmacéutica y de productos para la salud gastó USD 4.700 millones, un promedio de USD 233 millones al año, en cabildear al gobierno federal de EE. UU.; USD 414 millones en contribuciones de campaña a candidatos presidenciales y miembros del Congreso, y en los comités nacionales y grupos de gastos externos de los partidos nacionales; y USD 877 millones en contribuciones a candidatos y comités estatales. Las contribuciones fueron principalmente para los congresistas de alto nivel, involucrados en la redacción de leyes de salud, y para los miembros de los comités estatales que se opusieron o apoyaron referéndums importantes sobre precios y regulación de medicamentos. (Lobbying expenditures and campaign contributions by the pharmaceutical and health product industry in the United States, 1999-2018) Olivier J. Wouters. AMA Intern Med. 3 de marzo de 202
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La industria gastó entre 1999 y 2018, USD 4.700 millones en cabildeo al gobierno de EE. UU. y USD 414 millones en contribuciones de campaña a candidatos presidenciales
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Por otra parte, la distribución mundial de vacunas a través de mecanismos como Covax y Gavi, son controlados por las multinacionales cuyo enfoque es vender vacunas a los países ricos que puedan pagarlas y donar, en la medida de las posibilidades, unas vacunas a los países en desarrollo, con lo cual cumplen al menos tres objetivos: satisfacen parcialmente las demandas de los países pobres, abren esos mercados para sus productos y mejoran su imagen presentándose, no como unos monopolios feroces que buscan ganancias a toda costa, sino como empresas altruistas que buscan la felicidad de la humanidad.
Los más grandes laboratorios, conocidos como Big Pharma, son en su mayoría occidentales y representan más de 60 % del total de ventas de la industria farmacéutica a nivel global. Estos son principalmente Pfizer, Astrazeneca, Novartis, Sanofi, Johnson & Johnson, GlaxoSmithKline, Janssen, Roche, Bayer-Monsanto y su enfoque es que el problema no es la propiedad intelectual sino la falta de capacidad productiva y de insumos, los cuellos de botella en la distribución. Consideran que la solución pasaría por garantizarle a estas grandes empresas el acceso rápido a dichos insumos, la ampliación de sus plantas y el control de las cadenas de suministro, pues difícilmente los países en desarrollo podrían cumplir los exigentes estándares para la producción. Con ello quieren mantener el monopolio tecnológico, pordebajear a los países en desarrollo y asegurar futuras ganancias.
Aunque el debate sobre el levantamiento de la propiedad intelectual, especialmente de vacunas, lleva años sin que haya avances en este terreno, desde octubre del año pasado India y Suráfrica propusieron que se levantaran las patentes y 99 países, dentro de los cuales no estuvo Colombia, los apoyaron.
Pero una alteración geopolítica se ha producido en los últimos años y es que países que ayer, y aún hoy se consideraban muy atrasados, han tenido un formidable éxito en la producción de vacunas. China, Rusia, Cuba e India desafían con relativo éxito el monopolio occidental farmacéutico y, además, han anunciado explícitamente que buscan que las vacunas sean un bien público universal, han hecho convenios con otros países en desarrollo para que construyan plantas que puedan producir sus vacunas y hacen inmensas donaciones, aun a costa de la vacunación completa de su población
Estrictamente hablando la anulación de las patentes no requiere tanto trámite y negociaciones. En los acuerdos de la OMC, en la cumbre de Doha (2001) se aprobó lo que se denominó las excepciones de Doha, por medio de las cuales se permitía que los países expidieran licencias obligatorias, rompiendo los derechos de propiedad intelectual, en caso de emergencias nacionales, que sería el caso actual.
Pero Biden en lugar de acudir a estas excepciones, las cuales no necesita pues con su capacidad de compra ha garantizado una provisión más que de sobra para su población, quiere presentarse como un benefactor de la humanidad, con el doble efecto de mejorar la imagen de su país y, al mismo tiempo, en caso de lograr sus objetivos a través de tan tortuoso camino, permitir, en el mejor de los casos, que el mundo pueda afrontar exitosamente la próxima pandemia.