No deja de sorprender las habilidades del expresidente Uribe para estar por encima de la normalidad y la institucionalidad colombiana.
Tiene (186) acusaciones en la Cámara de Representantes sin que la Comisión de Acusaciones haya adelantado el trámite que pueda resolver su situación. Esto es relativamente normal pues ese órgano se caracteriza por no resolver lo que se le presenta, aunque no es usual que alguien tenga semejante cantidad de procesos.
Tiene también procesos penales ante la Fiscalía General de la Nación o en la Corte Suprema de Justicia (28) donde no aplicaría el ¨fuero político ¨, aunque los juicios que deberían ser prioritarios están prácticamente congelados.
Tampoco parecen haberlo tocado, no solo en los estados judiciales sino en la sanción social, el que los más connotados paramilitares o miembros de los grupos narcotraficantes como Popeye, Sierra, Mancuso o tantos otros lo hayan señalado como su referente, su guía o casi su jefe por lo menos en lo que concierne a la representatividad política que ejerció; señalando además las contribuciones no solo en votos sino en plata que destinaron al respaldo de la campaña que lo eligió presidente.
Pero como si eso fuera poco, donde más habilidad ha demostrado y donde ha probado que cuestionamientos respecto a esos temas no lo tocan es en la capacidad de endosar la aceptación que tienen sus medios y sus políticas.
Lo fue cuando logró sacar a Juan Manuel Santos como heredero de los tres huevitos a pesar de no haber participado nunca en una elección y ser reconocido únicamente por los medios de comunicación y las clientelas políticas; fue una verdadera prueba de fuerza.
Por meritorias que sean las investigaciones en instituciones internacionales
o los debates en el Congreso, no significa Duque que haya alcanzado
la posición de liderazgo que necesita el jefe de un país
Lo que ahora ha hecho con Iván Duque no se sabe si es más admirable o más cuestionable:
El hoy candidato del Centro Democrático no tiene antecedente alguno de haber ejercido cargo en alguna entidad privada ni pública de responsabilidad en cargos directivos, tenido funciones decisorias correspondiéndole rendir cuentas o mostrar capacidades ejecutivas. Es un caso desconcertante de una persona que solo por tener cualidades aparentes o que no se le pueden negar se salta todos los pasos y trámites que normalmente aspira a tener puestos de mando o representación de alguna agrupación política, gremial o de cualquier naturaleza; porque ser Primer Magistrado de la Nación es haber recibido como primer mandatario la función de jefe de la administración pública pues esa es la esencia del trabajo de la cabeza de la rama ejecutiva; y por meritorias que sean las investigaciones en instituciones internacionales o los debates en el Congreso, no significa que haya alcanzado la posición de liderazgo que necesita el jefe de un país. Es como si por haber mostrado virtudes como jugador de béisbol o por tener un cuerpo atlético muy bien desarrollado se nombrara a quien nunca ha jugado fútbol capitán de la Selección Colombia. O como si se escogiera a una estudiante por sus buenas notas en la universidad para que al graduarse ocupara directamente el cargo de presidente de una empresa como la General Motors o Bavaria – y Colombia es bastante más importante por lo menos para los cincuenta millones de colombianos.
La otra función que corresponde a calidad de estadista es la de ejercer el liderazgo para orientar mediante propuestas políticas los rumbos de la Nación. En ese sentido quien haya hecho carrera en el sector político subiendo a la jefatura de los partidos y logrando una aceptación que dé fuerza y respaldo a los seguidores de una colectividad es otro camino para acceder al poder como presidente, ya no por las calidades de administrador sino de ¨jefe natural¨de un conglomerado que espera que se satisfagan sus deseos.
No es este el caso del discípulo de Uribe que no tiene ninguna trayectoria en el campo de formar una corriente o siquiera de haber sido elegido por razones diferentes de ser el ungido por el führer que impuso en Colombia las tesis de ultraderecha bajo el nombre de seguridad democrática.
Todo lo anterior no demerita lo bueno que pueda tener Iván Duque pero si hace insólito que sea hoy el favorito aspirante a regir los destinos del país en esa condición de prácticamente total ¨virginidad¨. Quien va a comenzar a ensayar sus primeros pinitos en cualquier clase de administración en general y cargos públicos o jefaturas políticas le debe esta situación totalmente inusual y anormal al poder hipnótico de Uribe sobre gran parte de la población. El punto ahora es si como pollo tendrá suficiente empuje para gallo y pueda liberarse de la figura de hacer lo que diga Uribe y logre formar una cauda propia que se lo permita.
Curioso país donde no solo la ignorancia es argumento para opinar con autoridad (´yo no sé de esto pero…´) sino la total inexperiencia sobre temas que no se dominan es carta de referencia para acceder al cargo de máxima responsabilidad.