Indiscutiblemente, hoy, el país está en medio de una crisis, en un punto ciego en el que solo tiene dos elecciones; seguir llevando las riendas de un caballo que está cerca de un abismo sin retorno o cambiar de dirección antes de caer. La pregunta entonces que cabría aquí es: ¿Quién controla las riendas de aquel caballo? La política, la economía, los grandes medios de comunicación, la misma ciudadanía ¿quién? O mejor aún a quién queremos adjudicarle la culpa de los altos índices de pobreza, de la inequidad social y sobretodo del analfabetismo que jalonea cada vez más aquel potrillo descarriado.
Podemos seguir quejándonos de los exuberantes impuestos que nos hace pagar el Estado para patrocinar los caprichitos de ciertos congresistas que ya ni asisten a cumplir con su mínima labor; tramitar o debatir algunas leyes que nos lleven a construir un mejor país. Sin embargo, quedarnos ahí no solucionará nada, porque finalmente quien toma las decisiones es quien tiene el poder. Así que es hora de que la ciudadanía empiece a cuestionar su papel en la sociedad.
Los medios de comunicación quienes se suponen eran el respaldo de la ciudadanía, su bastón de apoyo en momentos en los que grupos minoritarios del poder querían esconderse entre las ramas, para no velar por los intereses del bien común sino de sectores particulares, ya no están, o al menos no en condiciones de respaldar a una parte de la sociedad que no les genera ningún lucro económico. Bajo esas dinámicas se mueve el mundo hoy. El ciudadano no cuenta con una representación, más que la de él mismo.
La información se ha mercantilizado, por eso no conviene creer ciegamente en lo que dicen los medios, ya que la mayoría de lo transmitido es producto de un mal negocio, malo porque las consecuencias que devienen de aquella decisión son el estancamiento de una sociedad sumida aún más en la ignorancia y la mediocridad, a un nivel en el que ya no será rentable para ninguna empresa invertir en una sociedad sin índices de progreso. En esa línea de ideas, no es conveniente ni beneficioso para los mismos medios seguir apostándole a un país que pretende silenciar las voces de aquellos periodistas que visibilizan las problemáticas reales que está enfrentando Colombia, callar para ganar es el arma que está desangrando al periodismo.
Por tanto, me atrevo a decir que si los medios de comunicación siguen en la tónica de vender un producto a través de la supuesta información se enriquecerán por un tiempo, pero luego esos mismos espectadores que compran todo lo que se les ofrece implícitamente ya no tendrán el capital para seguirlo haciendo y es aquí donde los medios entrarán en jaque, ya no serán una herramienta útil para el mercado. Todo a causa del empobrecimiento mental al que han sometido a las personas, ofreciéndoles una información inservible.
Con base en esto, es ahora cuando los ciudadanos deben tomar la decisión de apoderarse o no de las riendas del caballo, para darle otro rumbo a la historia. Esperar no es una opción, actuar sí. El camino hacia el progreso se encuentra en la educación, aquella debe ser propiciada y exigida por nosotros mismos, la Internet puede ser una herramienta de aprendizaje, en ella se encuentra un mar de conocimientos disponibles para ser ejecutados.