No perderse en el follaje, mirar el bosque en su conjunto y coger la sartén por el mango
Con la quiebra del agro y el desmonte de la industria nacional provocada por la apertura decretada por César Gaviria, que al cabo de 30 años terminó arruinando a la burguesía industrial, diezmando a la clase obrera, pauperizando al pueblo; y, en contraste, de este desastre salió fortalecida la plutocracia parasitaria que maneja los resortes del poder (burguesía financiera haciendo negocios con la salud, la educación y las pensiones de los colombianos, grandes potentados, grandes exportadores y la llamada clase emergente), con la implementación de políticas que contribuyeron hacer más ricos al centenar de familias superricas de potentados, banqueros e importadores, al amparo del nuevo ordenamiento legal instaurado por la Constitución del 91 y expedida expresamente para posibilitar la instauración del macromodelo neoliberal del consenso de Washington, estrategia pensada para expandir en Latinoamérica los negocios de la gran potencia y de contera instalando al país en el peor de los mundos, viviendo del "presta diario" y trabajando para pagar el servicio de la deuda.
Entonces si el país no produce riqueza por el estancamiento de sus fuerzas productivas, le toca vivir del narcotráfico, del crimen organizado, del rebusque, de la usura y de la informalidad. Obvio entonces que haya descontento social y la indignación se exprese en las calles, y para amainarla el FMI y la Ocde recomiendan la ley del goteo, repartir migajas a los más pobres en forma de subsidios, reformas tributarias que gravan el consumo metiéndole la mano a los ya menguados bolsillos de los sectores medios de la población y aliviar al estado de la carga asistencial con reformas al sistema pensional, que esos recursos que son de los trabajadores, que alguna vez entregaron a los privados, hoy contribuyan a morigerar el hambre de los más pobres, es el trabajo al que tocan, no al gran capital, nada de grabar al patrimonio de los más ricos, o de quitarle las gabelas tributarias al capital extranjero y a sus multinacionales que explotan nuestros recursos y saquean a la nación.
Entonces sobre el tema pensional, hay propuestas y contrapropuestas, y casi todas tacan burro, porque no se pone el dedo en la llaga en el modelo económico expoliador y generador de pobreza. Robledo lo pregonaba con toda lógica: si se implementan políticas de Estado para generar riqueza y más riqueza, más fuentes de trabajo y más fuentes de trabajo, la carga tributaria al fisco se robustece y se obvian las angustiosas afugias. Pero hay que atreverse a ponerle el cascabel al gato comenzando con cambiar el modelo económico. Y por supuesto se debe derogar la Ley 100.