Llegamos al parque el Tunal en tiempo record, 20 minutos desde el centro. Ahí tomamos el Transmicable. Nos bajamos en la estación del Paraíso. Allá arranca otra Bogotá, una ciudad de casas de zinc en donde el viento se cuela por infinidad de rotos. En el barrio Mirador la situación no puede ser peor. Las estructuras de las viviendas están a punto de colapsar y ahí no existen los servicios básicos para sobrellevar la pandemia: la luz es pirata, no hay gas, el agua llega cada tanto y se cocina con leña. Así han sido los últimos 7 años para esas familias, el tiempo en el que se asentaron en esa ladera. Los lotes se los compraron a una señora que tenía una finca en ese lugar pero nunca les entregaron las escrituras.
Si, se ha vivido 7 años así pero siempre trabajando, siempre pudiendo llevar el pan a la mesa. Hoy no lo pueden hacer, por eso el 80% de las casas tienen trapos rojos afuera. La alcaldía no ha ayudado y el último mercado se los hizo la policía en una colecta.