La guerra en Ucrania y la candente situación en Taiwán, caldeada en días recientes por la provocadora visita de Nancy Pelosi, dejan poco espacio para un hecho de gran importancia en la geopolítica mundial: la posibilidad de que se reanude el pacto nuclear suscrito en 2015 entre Estados Unidos, Irán, Alemania, Francia, Rusia, China y Gran Bretaña, del que Estados Unidos se retiró en 2018 bajo la presidencia de Donald Trump.
Este pacto conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (PAIC) contempla que Irán no desarrolla armas nucleares y que su programa atómico es exclusivamente civil, para uso pacífico y que además permitía las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica-AIEA-organismo de las Naciones Unidas dedicado a la vigilancia de esa clase de energía en el mundo. A cambio, Estados Unidos debía levantar las fuertes sanciones que había impuesto al país persa.
Dado que las sanciones no han sido tan efectivas como pensaban quienes las establecieron, a lo que une el hecho de que en su campaña presidencial Joe Biden prometió regresar al acuerdo, desde hace casi dos años Estados Unidos e Irán vienen negociando la posibilidad de reanudarlo.
Como nota curiosa, los diálogos no son directos sino a través de intermediarios de los otros países involucrados, quienes transmiten las propuestas de Irán a Estados Unidos y viceversa. Es como en esas peleas de algunos matrimonios que dejan de hablarse, pero tienen que convivir y tratar asuntos comunes, que se comunican a través de los hijos.
En todo caso ya hay un borrador de arreglo con la posición final del gobierno estadounidense, a la cual los iraníes están dando respuesta, al parecer positiva. A ese punto se llegó después de que Irán cedió en dos exigencias: que se retirara al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) en su tiempo comandado por el legendario general Soleimaní, asesinado en 2020 por orden de Trump, y que se garantizara que todo presidente futuro de Estados Unidos no retirará a su país del convenio.
Desde luego el liderazgo iraní insiste en que se levanten las injustas sanciones y en el derecho de su estado a usar la energía nuclear con fines pacíficos y reitera que no tiene ni tendrá armas atómicas por considerarlas inmorales y contrarias a todo principio de humanidad, tanto que así se expresó en una fatua (respuesta dada por un clérigo musulmán a una consulta jurídica) dictada al más alto nivel por su líder espiritual.
El mundo está a la espera de una reanudación del PAIC, que está como se dice coloquialmente, a punto, pendiente de un hervor. Esa es la sensación que queda después de las declaraciones del portavoz de la cancillería iranía, Kanani, en el sentido de que “la mayoría de los temas relacionados con el PAIC se han resuelto, pero los pocos temas pendientes son temas sensibles, importantes y determinantes”.
Desde luego, hay sectores poderosos interesados en que no se dé este paso y en que se mantenga el statu quo de tensión entre los protagonistas. Grupos que ganan con el aumento de las tensiones y el estado latente de enfrentamiento. Dentro de ellos se destaca el sector dominante en Israel que ha mostrado claramente su oposición al arreglo. Tanto así que durante varios años han continuado impunemente el asesinato de científicos nucleares iraníes y se dan el lujo de presionar a la administración norteamericana insistiendo en su rechazo a todo entendimiento con Irán.
En este marco son totalmente sospechosas dos situaciones recientes, que tienen todos los indicios de ser provocaciones o montajes dirigidos a sabotear las negociaciones: los supuestos planes iraníes para atentar contra el exasesor de seguridad John Bolton y el brutal ataque a cuchillo contra el escritor Salman Rushdie en Nueva York hace unas semanas.
Los dirigentes iranios rechazaron ambos hechos y proclaman que si bien eso no afecta la posibilidad de solución, la comunidad internacional debe exigir que Israel ingrese al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares porque es el único país del Oriente Medio que posee bombas atómicas y sobre él no hay el escrutinio ni exigencia alguna.
En medio de noticias tan preocupantes en el acontecer mundial ya es hora de que se presente un hecho positivo. Hay que remover las mulas muertas en el camino hacia soluciones pacíficas a los conflictos internacionales.