Desde Ibagué salen unos buses viejos rumbo Planadas. El pavimento hierve, se ve mareado por el calor. A una hora y media de la capital del Tolima está El Guamo, antiguo fortín paramilitar en tiempos de la guerra. De este punto en adelante, cada pueblo tiene una historia de dolor, de masacres: Saldaña, Coyaima, Ataco. A mano derecha de la vía baja el río Saldaña, por donde flotaban los cuerpos de guerrilleros, paramilitares y campesinos. Los veían pasar sin que nadie los pudiera atajar, ni siquiera tocar, mucho menos enterrar.
Río arriba esta Planadas, un pueblo campesino con cultivos de café, donde durante sesenta años mandaron las Farc. La guerrilla lo cuidó como un símbolo porque en una finca, a dos horas, en Marquetalia, Manuel Marulanda fundó la guerrilla en 1962. Permaneció décadas aislado. Nadie llegaba hasta allá que no pasara por el retén de la guerrilla hasta hace dos años cuando se declaró el cese al fuego. Las cosas han cambiado.
Hace cuatro años por la plaza del pueblo solo pasaban extranjeros secuestrados o los simpatizantes de la guerrilla: ahora esa carretera tiene gringos, ingleses y japoneses que vienen a comprar café gourmet para vender en Europa bajo el modelo de Mercado Justo; se paga mejor para garantizar la calidad y de paso proteger los cultivos en manos de los campesinas e indígenas Nasa en lo alto de la cordillera.
Los sábados, la plaza se llena desde las 11 de la mañana: los camiones bloquean la vía mientras los cargueros bajan los bultos con 50 kilos de café. Las cantinas suenan a todo volumen. Es día de mercado y la plata rueda a borbotones: de Planadas sale el mejor grano de Colombia y extranjeros como John, un ingles llegado de Londres, viaja hasta allá a comprarle café.
A una hora y media de Planadas queda El Oso, la zona veredal donde se recogieron más de 200 guerrilleros del frente 21. La misma montaña donde a comienzos de los años 60 resistió, escondido, Pedro Antonio Marín, el ya icónico Manuel Marulanda Vélez
La estela de la guerra está en cada familia campesina que ha enterrado familiares, amigos, vecinos. Las balas las disparaba cualquier fusil, incluidos los de la guerrilla que eran inclementes a la hora de los castigos para asegurar el control del territorio. Historias de atropellos y arbitrariedades de todo el que portaba un arma hacen parte de las conversaciones diarias de la gente, un pasado que tomó forma en las elecciones del domingo 27 de mayo cuando se dio la primera oportunidad de votar en paz. Los votos fueron para Ivan Duque del Centro Democrático.