La vida de miles de personas depende de la rapidez y la eficiencia con la cual se dé el proceso. A todos nos beneficia que el plan de vacunación se cumpla al pie de la letra.
Desafortunadamente, en nuestro país aún existe una cultura del privilegio muy fuerte; no son pocos quienes creen que, por ser altos dignatarios del Estado, tienen derecho a pasar por encima del resto de ciudadanos, incluso de aquellos que durante diez meses han luchado directamente para controlar la pandemia. Basta con recordar la lamentable frase de “usted no sabe quién soy yo”, que ha sido empleada por funcionarios públicos, empresarios y personajes de la farándula nacional, para evidenciar que estamos inmersos en una sociedad donde se cree que unas vidas valen más que otras.
Este mal que no solo aqueja a Colombia ha empezado a permear los procesos de vacunación alrededor del mundo, recientemente vimos en Ecuador, que el ministro de salud tomó la decisión de vacunar primero a sus familiares, omitiendo la estructura del plan de vacunación nacional. Similar situación se ha presentado en España, donde varios alcaldes han accedido a la dosis, desconociendo los grupos de riesgo y órdenes de prelación previamente identificados. El caso peruano ha sido tal vez el más escandaloso de todos, buena parte de los altos dignatarios se saltaron sin vergüenza alguna su turno para ser inmunizados.
Teniendo en cuenta este panorama debemos prepararnos, no para reaccionar y protestar cuando en los medios de comunicación se ventilen escándalos de este tipo, sino para evitar que este fenómeno tenga cabida en Colombia, país que, de acuerdo con el Ministro de Salud, tiene uno de los planes de vacunación más sólidos. Es hora de que el gobierno nacional en cabeza del presidente, Iván Duque, envíe un mensaje urgente: el funcionario, sea quien sea, que desconozca el turno de vacunación para su beneficio, o el de su familia, será separado de forma inmediata de su cargo. Sin excusas, sin lamentos. Es hora ya de honrar el servicio público como lo que es, una bellísima responsabilidad y no un privilegio.
Todos quisiéramos que nuestros seres queridos, sobre todo los más vulnerables, fueran vacunados cuanto antes, pero parte del éxito de la inmunización es que sepamos respetar los tiempos y que el único criterio a la hora de establecer el orden de vacunación sea el epidemiológico.
El mensaje es hoy más importante que nunca, no solo la vida de las personas está en juego por la pandemia, también lo está la confianza de los ciudadanos en las autoridades. Buena parte de los retos sociales, económicos, políticos y ambientales que tiene el país a futuro, son solo abordables en la medida en que los colombianos reconozcan en el Estado un defensor del valor supremo del interés general y no una máquina de intereses personales.
Desde el Congreso de la República adelantaré un control minucioso sobre el Plan Nacional de Vacunación. Estoy convencido de que las democracias funcionan mejor cuando hay control político desde el legislativo; de poco sirven las manos si solo sirven para aplaudir.
* Representante a la Cámara por Bogotá