El escritor Sandro Romero Rey, quien junto con el director de cine Luis Ospina (qepd) recibió de manos de Carlos Alberto Caicedo, el padre de Andrés Caicedo, los manuscritos de su hijo fallecido a los 25 años, que había guardado con esmero, comenzó un largo trabajo de organización de los documentos para consolidar su obra póstuma.
Cuando Caicedo se suicidó las dos únicas obras de ficción que se habían publicado eran ¡Qué viva la música! y un cuento largo El atravesado, pero era mucha las páginas escritas en su maquina manual Olvetti y a mano alzada. Entre los manuscritos estaban varios cuentos tempranos, escritos cuando eran muy joven que por primera vez se publican en esta edición de Planeta que acaba de salir.
Sandro Romero comparte la historia de esta aventura editorial con Rosario Caicedo, la hermana querida del escritor a la que siempre se refirió en sus textos como “Rosarito”. Los dos conocen la historia oculta de la obra de Caicedo y por eso esta conversación resulta tan reveladora.
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