El abstencionismo bajó un 6% en esta segunda vuelta, Juan Manuel Santos fue reelegido como presidente y la Selección Colombia debuto como los dioses este pasado sábado. Todo esto aparentemente nos hace creer que estamos en el mejor país del mundo, algo de lo cual no tengo duda. Sin embargo, estas últimas elecciones a la presidencia me demostraron que a pesar de poseer una fauna, flora, un terreno amplio en cultura y raza, somos unos desagradecidos; ¿Por qué como ciudadanos que son premiados de esa forma no cuidan de tan magno regalo? , no es por ser ‘aguafiestas’, es ser consciente.
Colombiano no podemos olvidar este denigrante suceso de votar ‘por el menos peor’, o algo peor, como salir a las urnas por miedo a no seguir en una guerra injustificada. Yo quiero recordar lo que sucedió con la reforma a la ley 30, como estudiantes y todo un país se unieron por una causa y era exigir con un pliego de peticiones una educación superior de calidad. Entonces, acá vimos como un pueblo unido, consciente y con propuesta pudo lograr que un presidente y ministra de educación fueran desaprobados por su mala gestión, hasta el punto que tal reforma impuesta por el estado no se ejecuto. Estar en la casas reprochando políticas públicas, gritando una mala administración a los cuatros vientos y colocando estados indignados, así como compartir memes insultado al presidente ya sabemos que consecuencias nos trae, pues esa como la de votar por el ‘menos peor’ o vivir una agonía por estar entre la espada y la pared. Pero salir a las calles con propuestas, marchar todos juntos por una causa nos traen como consecuencias, primero ser dignos de vivir en este paraíso como lo es Colombia, y segundo apropiarnos de ese papel de ser agentes de cambio y máximos constructores hacia un país progresista y justo. Creo que asumir dicho papel, es mucho mejor que ‘votar por el menos peor’; por cierto, una posición cómoda y floja.
Es así, que la creación de espacios de sensibilización, concertación y debate frente a las distintas problemáticas que atropellan al país deben darse más, pero así mismas deben ser aprovechadas por el mismo ciudadano. Debemos meternos en nuestra cabeza que la responsabilidad de estar en un ‘país mejor’ depende en gran parte de nuestro accionar. Y que los funcionarios públicos sólo nos trabajan a nosotros, administran nuestro patrimonio, gestión de la cual ellos deben darnos una rendición de cuenta, y que esto entra en sus obligaciones. Es entonces que cuando un político le entrega una vivienda; esto no es un regalo de él, porque ese dinero con el cual se hizo esa casa no sale de su bolsillo, eso sale de un erario público, dinero que es recaudado de todo los impuestos que pagamos. Es así, que ese funcionario público lo que está haciendo es un cumplimiento de uno de tus derecho que por naturaleza constitucional te corresponde sea garantizado. Es por esto que lo mucho que se le debe expresar es unas felicitaciones por su excelente trabajo, pero jamás rendirle pleitesías.
¡Vamos colombianos!, en este ‘nuevo gobierno’ no será borrón y cuenta nueva, ya sabemos que los errores del pasado se pagan, y bien caro en el presente; como por ejemplo, delegarle toda la responsabilidad al gobernante de alcanzar ese país que todos y todas queremos. El compromiso todavía sigue en pie, si queremos un país en paz, esta dentro de nuestra facultades alcanzarlo. Todo parte en la toma de consciencia, de ahí proviene todo. Exíjanos a las instituciones que nutran ese juicio critico del cual se esta necesitando. No vendamos cultura, enseñémosla; esta nos forma y nos hace merecedor de todo lo que nos rodea, nos alimenta el sentido de pertenencia. Ya basta de esa posición cómoda, es hora de tomar el rumbo de este país. Colombiano, tenemos para creer y vivir en el mejor país del mundo, y no en base a indicadores del DANE, sino en una realidad que todos y todas desde hace años soñamos. Y sé que juntos y juntas lo podemos lograr.
