Me presento, mi nombre es Angélica, soy actriz y gestora cultural. Aunque hago parte de varios procesos culturales tanto distritales y nacionales, hoy voy a hablar a nombre propio. En primer lugar, quisiera saludar la entereza y vitalidad de las personas y organizaciones que se resisten al olvido y a desvanecer los sueños. Si bien esta situación que enfrentamos es una de las más críticas de nuestro sector y en general del mundo, con cifras negativas superiores a la recesión del 2008 y a la segunda guerra mundial y con pronósticos económicos nada alentadores, estallidos sociales y desigualdades exacerbadas, debo reconocer por otro lado, que la creatividad, confianza, solidaridad, resiliencia y trabajo en equipo son valores que afloraron en esta coyuntura y me llenan de fuerza para seguir adelante. Quienes me conocen saben de mi carácter y el compromiso con el que asumo la defensa de los derechos culturales. Sin embargo, han sido días difíciles y a veces las lágrimas aparecen, como a muchos con los que he conversado. Esto no significa que desfallezca, pero sí que hago evidente mi necesidad de ustedes, de la otredad para levantarme, turnarnos el hombro y seguir adelante.
He sido participe de espacios de deliberación y decisión en donde espero haber elevado la voz de este sector, allí he insistido ─y lo seguiré haciendo─ en que cualquier solución al sector artístico y cultural debe contemplar tres pilares: que abarque a todos los territorios, que contemple todos los lenguajes artísticos y que identifique todas las formas de organización y producción, desde el artista independiente hasta las incipientes industritas culturales. Estas definiciones por supuesto no son mías, sino que sintetizan las múltiples propuestas que al respecto se han realizado y que, aunque aparentemente son simples resultan ser fundamentales para tomar decisiones.
La lectura de los documentos compartidos de todo el país y los de la ciudad en donde vivo con sus 20 localidades, me han hecho reflexionar sobre la incidencia que realmente podemos tener en las decisiones de nuestras vidas. Si bien en algunos lugares del país se ha podido constituir una mesa técnica junto a la administración, la realidad es que en la mayoría del país no, y estas mesas locales y regionales no tienen el alcance y sobre todo los recursos que requiere el salvamento del sector cultural en su conjunto y dependen de las limitaciones de los decretos presidenciales. No hay censos actualizados que identifiquen el número de personas y organizaciones afectadas, y aunque entre nosotros hemos empezado a hacer ese trabajo, lo cierto es que es una responsabilidad del gobierno tener eso al día… Así como la de no dejar morir de hambre a su pueblo.
Debo confesar que ya pasé de estar activa e indignada a estar estresada y rabiosa, sí, tengo rabia por las medidas que se han adoptado por parte del presidente cuando veo que las acciones de los bancos se valorizaron en un mes más de lo que podría darse en una año y que unos días después el gobierno les regala 500 mil millones de pesos y todo porque el dinero que se les entregó ─como intermediarios supuestamente─ para entregar liquidez a la sociedad no tuvo restricciones. En otros países más ortodoxos que el nuestro y en donde se entiende la importancia de la salud financiera, se les ha impedido repartir utilidades a los bancos durante el resto del año entre otras medidas restrictivas, pero aquí los bancos son los que definen la suerte del pueblo.
Mientras tanto los colegas de circo, los vecinos de mi barrio, amigos cercanos y hasta mi mamá, mi papá y mi abuela rebuscándosela a como dé lugar para tener un mercado la otra semana y otros miles con un olor a hambre que atraviesa la puerta de mi casa y desagarra mi alacena.
Por mi parte seguiré firme en las gestiones desde los consejos, mesas y organizaciones gremiales, sumando propuestas y diagnósticos, levantando caracterizaciones y sirviéndonos de apoyo emocional cuando el mercado ya empieza a escasear y las puertas se empiezan a cerrar. Sé que lo que se viene es aún peor y debemos estar preparados, ya se hicieron recortes drásticos a los planes de desarrollo y los estallidos sociales y protestas cada día serán más grandes, solo espero que nuestra voz sea tan fuerte y contundente que pueda aturdir los tímpanos del presidente Duque, no creo en persuasiones ni voluntades porque sus acciones no son ingenuas, creo en los hechos y en la resistencia civil.
Todo esto para recordar la importancia de la audiencia del miércoles y las acciones que seguirán de ahí en adelante, que los documentos que con un análisis correcto son aquellos que evidencien lo inescrupuloso de los decretos para la cultura y telecomunicaciones en el marco de la emergencia y la necesidad imperiosa de inyectar nuevos recursos al sector más que distribuir migajas, así como de promover las creación y circulación nacional y no entregarle los contenidos culturales a los negocios de los oligopolios de entretenimiento. Esas son apuestas que deberían ser las líneas rojas de cualquier concertación, sumémonos a las iniciativas que tengan esto en su análisis, sin importar su proveniencia, dejemos los egos y las pretensiones a un lado, aquí todos trabajamos para todos. Que la crisis y desesperación no nos quiten la dignidad ni la sensatez.