En el país que dice luchar contra el terrorismo mundial diariamente son heridas 315 personas por impacto de bala y la tasa anual de muertes asociadas con armas de fuego asciende a 33.880, unas 93 cada 24 horas. Según el informe estadístico de la campaña Brady que lucha por reducir las muertes por armas en Estados Unidos, cada año 2.647 niños fallecen en hechos que involucran armas, mientras que 14.365 son heridos.
Las cifras sobre tenencia y porte de armas en el país del norte son alarmantes, y aunque no se tiene una cifra exacta, se calcula que actualmente existen 310 millones de armas circulando; alrededor de nueve por cada diez habitantes, convirtiéndolo por mucho en el país con el mayor índice en el mundo.
Si analizamos la facilidad con que un norteamericano consigue un arma (un par de formularios y un chequeo de antecedentes), entenderemos por qué se han incrementado las masacres como la ocurrida en la noche del primero de octubre en Las Vegas que dejó 59 muertos y más de 500 heridos, siendo la más catastrófica en la historia reciente del país.
Llevándolo a cifras entendibles, según la oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) en Estados Unidos existían el año pasado 64.747 establecimientos distribuidores de armas con licencia, eso es cuatro veces más que la cantidad de McDonald’s.
En 2015 se vendieron 23.1 millones de armas en los Estados Unidos, y lo más preocupante es que según los expertos de Brady, el 40 por ciento de esas transacciones se hicieron sin una verificación de antecedentes previa, lo que aumenta el riesgo de que personas mentalmente alteradas puedan tener acceso a ellas y posteriormente lleven a cabo atentados como el de Nevada, o alguno de los 12 tiroteos con al menos 10 muertos que ha habido en los últimos 50 años.
Masacres tristemente célebres como la de Aurora, Colorado, en la que un joven ingresó al estreno de la película Batman y mató a 12 personas, o la de Orlando, Florida, donde el estadounidense de origen afgano, Omar Mateen, asesinó a 49 personas e hirió a otras 50 en la discoteca Pulse, no han logrado hacer reflexionar al gobierno estadounidense a cerca del control sobre el acceso de los ciudadanos a las armas, y mientras el presidente Donald Trump, categorizó de "acto de pura maldad", al ocurrido en Las Vegas, me surge una pregunta:
¿Acaso la maldad no se acrecienta si los medios para infundirla están al alcance de las manos de los perpetradores?