El país del Sagrado Corazón de Jesús es una canción del afamado grupo colombiano La Pestilencia, que nos dice sabiamente que nuestro terruño “olvida pronto y jamás recuerda”. Tiene toda la razón el señor Dilson Díaz, el líder de la banda, cuando con una voz muy hardcore nos trata de decir que “héroe muerto flor de un día olvidada”, tal como decían nuestros abuelos conocedores de este maltratado terruño. Pero igualmente podemos decir que aquí se olvida cualquier cosa, que todo sigue como si nada, aunque se identifique el gusano que está corroyendo el cultivo. Triste es la realidad de esta nación, pues se acostumbró perpetuar una sociedad indiferente y amiga de la corrupción.
Por estos días, cuando la cuarentena impone unos cuidados sanitarios, la gente más pobre solamente se preocupa por cómo va a comer si trabajo no hay. El de clase media alta, que algunas comodidades no le faltan, solo estará pensando en que abran los centros comerciales para que pueda superar su aburrimiento. Cada quien tiene su propia preocupación, eso es comprensible, y más afrontando una situación que día a día solo genera incertidumbre. Por eso es muy fácil que ante la situación que se afronta se pase por alto la neñepolítica, los vínculos de Uribe con el paramilitarismo, el cartel de la toga y cuanto chanchullo se haya descubierto. La pandemia da para el olvido, favorece a los corruptos que entienden que con o sin coronavirus el colombiano promedio le importa poco lo que le pase a su país.
Hace seis meses todo estaba caldeado, la gente salía a marchar y estaba dispuesta a no permitir las arbitrariedades del uribismo fascista. ¿Será que una vez que esta película de terror llegue a su final, con el mismo brío el pueblo se va a oponer a las movidas de Duque y Carrasquilla? El malestar se va a mantener, pero que se haga algo lo dudo mucho, puesto que aquí se arma la refriega y a los dos minutos se apacigua. De por sí somos pecho frío, lo que nos debería importar no nos importa, y con el pasar de los días todo se olvida para que el bandido siga haciendo de las suyas.
De verdad que nos acostumbramos a que nos vean la cara, a que nos anestesien con mentiras y nos burlen como si fuéramos los tontos más tontos del planeta. En otras sociedades la usura de los bancos se la regula, la corrupción y el abuso de poder de un tipo como Uribe se la reprime, pero únicamente en esta tierra el que la hace la sigue haciendo y la gente no hace nada. A dónde vamos a llegar con esa mentalidad, si es que ese estado de nula conciencia no sea un rasgo inherente de nuestra personalidad. Algún psicólogo tendrá que hacer un estudio bastante serio, en el caso de que se descubra que algo le pasa nuestro pensamiento, porque no podemos seguir olvidando las canalladas que día a día nos ofrecen nuestros gobernantes.
Mientras dure la cuarentena, que de paso le ha servido a Duque para recobrar las fuerzas que hace cinco meses no tenía, todo se olvidará para beneficio de este gobierno de chanchullos. Será la piedra angular para que todo siga igual o peor, como si fuera el viejo expediente que se en polvo en los archivos de un juzgado. Qué fácil la tienen los bandidos de cuello blanco en esta república bananera: roban a sus anchas y la misma sociedad los protege.
