En el país de la mermeladuría y fotocopiaduría

En el país de la mermeladuría y fotocopiaduría

"No hay criterio de autonomía ni racionalidad cuando llegan a la mesa a reclamar las tarjetas electorales. Solo llegan a votar por el que diga zutano o mengano"

Por: Edinson Pedroza Doria
marzo 16, 2018
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En el país de la mermeladuría y fotocopiaduría

Testigo de excepción he sido durante más de 20 años como jurado de votación, en diferentes sitios de la ciudad, de la costumbre arraigada de desidia y desinterés por saber escoger con criterios serios de honestidad y limpidez a los representantes en las instancias gubernamentales.  Realmente da grima ver cómo las personas acuden a las urnas sin tener idea de la importancia del sufragio. Pareciera que ni les va ni les viene escoger a quien sea con tal de que satisfaga con monedas el momento. Le da lo mismo votar por el que ofrece dinero, que por aquel que ni siquiera conoce y se acerca amistosamente  a los incautos electores a través de sus “líderes” a ofrecer el cielo y el edén. No hay criterio de autonomía ni racionalidad cuando llegan a la mesa a reclamar las tarjetas electorales. Solo llegan a votar por el que diga zutano o mengano. Esto es, estamos en el país de la mermeladuría y la fotocopiaduría o, para no ir más lejos, vivimos en una tierra donde la realidad parecen sueños y los sueños semejan pesadillas inexorables, porque jamás se alcanzarán si seguimos comportándonos  enajenada apáticamente.

Es de recordar que estas incautas personas, ciudadanos aborregados y sin la menor idea de saber qué es lo que se juega en ese juego “democrático”, son los primeros que, aupados por los medios, defienden las ideas más retrógradas y anti-civilistas, haciéndose enemistades por ideologías medievales y anquilosadas que solo sirven a quienes detentan la maquinaria del poder.

Sin embargo, esa ignorancia y esa pobreza se acrecientan cada vez más con  la poca o nula pedagogía electoral imparcial que se ofrece a través de los medios. No hay  lectura sesuda ni análisis crítico en selección o escogencia cuando se adhieren a las propuestas de “X” o “Y” candidato.  Son “menores de edad” intelectual que no sobrepasan el pensamiento nocional. Ellos, polarizados por los enfrentamientos y las mentiras de las redes sociales, siguen dócilmente lo que dice éste o aquél con los memes y con las noticias falsas.

Con esa radiografía, me he  preguntado: ¿Quiénes han fallado y quiénes han ganado? ¿La escuela, la familia, la universidad, la sociedad en general, el Estado, las iglesias, los medios? ¿Estará fallando la educación y la  formación ciudadana de estas generaciones? ¿Qué papel hemos jugado todos en esta debacle de formación intelectual donde los mismos con las mismas siguen su carrera corrupta sin que nadie los detenga?  ¿Qué se ha hecho en las escuelas, universidades, observatorios académicos, grupos de investigaciones sociales, sitios de debate intelectual, por construir una sociedad con responsabilidad, honestidad y  sindéresis? ¿Qué pasa con tantos adultos y jóvenes descriteriados, contestatarios y con rebeldía sin causa que, sometidos al consumismo desmedido, son arrastrados por una sociedad mercantilizada cuya ética del dinero fácil y el tener son sus únicas fuentes de inspiración y voracidad?

Pero, en ese desfile no solo asisten los jóvenes, sino también generaciones de ancianos y adultos mayores que como corderitos llegan a sufragar por alguien que les compró sus conciencias. Asimismo, personas “cuasi-conscientes” que, muchas veces sin haber conocido los planteamientos del candidato, discuten y riñen sin argumentos en defensa de un candidato desconocido  que, sin principios de respeto a la dignidad humana devenga grandes privilegios en un país descuadernado y anestesiado, ofreciéndoles un puñado de dinero enmermelado, el cual le será rapiñado con más impuesto y normas lesivas a los intereses generales.

Pues, es de saber que, si ese candidato invirtió “X” o “Y” cantidad de dinero en publicidad, muy seguramente querrá salvar su inversión no prestándole atención a las necesidades de las gentes, sino sacándole el mayor provecho al dinero invertido en su campaña y la compra de votos. Luego entonces, ¿qué le puede exigir ese elector que vendió su conciencia a un político corrupto que se valió de su ignorancia y la estupidez? La respuesta es: Nada. Y en esa nada nos movemos despotricando cuando el legislativo y ejecutivo se amangualan para aplicar políticas económicas, sociales y culturales en contravía de los intereses y expectativas de una sociedad empobrecida como la nuestra.

Creo que la hora de conciencializarnos y salir de la “caverna” debe llegar, no sin antes comenzar a pedagogizar a este pueblo que, llevando cada día una inmensa carga tributaria, sigue votando y eligiendo a quienes le chupan la sangre lentamente sin que se dé cuenta o, si se da cuenta, no quiere movilizarse porque tiene un yugo que le impide rebelarse ante un amo que la historia hegemónica le impuso desde los tiempos de la colonización; esto es, un pensamiento para la esclavitud y la subordinación.

 

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