A pesar de que el movimiento político del expresidente finalmente no perdió su carta más importante en el Congreso —hasta el momento—, persiste un interrogante sobre el eventual efecto de la salida de Álvaro Uribe por cuenta del inconfundible e inédito proceso jurídico que enfrenta.
La situación del expresidente, quien deberá responder ante la Corte Suprema de Justicia por los delitos de soborno y fraude procesal en contra del senador del Polo Iván Cepeda, despertó profundas sensaciones de satisfacción y muchas otras de incertidumbre en el interior del Congreso.
Aunque la oposición del gobierno, representada en los senadores Gustavo Petro, Angélica Lozano y el mismo Iván Cepeda, ha sido consciente que el llamado de Uribe representa un avance importante en la investigación que adelanta la Corte, sugiere que la situación por la que atraviesa el ahora senador no perjudicará el accionar uribista en las plenarias del legislativo.
A la par, los congresistas del Centro Democrático y hasta el propio presidente, pese a la división interna del partido, han expresado desde un principio su apoyo y confianza a su gran jefe y por supuesto a la corriente política a la que pertenecen. Desde la criticada María Fernanda Cabal, pasando por la extrovertida Paloma Valencia y llegando al polémico presidente del Senado, Ernesto Macías, cada uno sabe cuán importante es Uribe Vélez en el legislativo.
Por ejemplo, desde que Uribe rechazó la Consulta Anticorrupción, realizada a mitad de año y apoyada por más de 11 millones de colombianos, los congresistas del Centro Democrático, además de adherirse a la posición de su jefe, resolvieron manifestar su malestar a través de pancartas con mensajes desafiantes.
Y no es para menos dada la figura del exgobernador de Antioquia en el plano político y su injerencia en el poder del Estado, cuyos legados le han favorecido para evadir a la justicia o, en su efecto, manipularla. A esto se suma el respaldo que ha recibido del propio presidente de la República, Iván Duque, quien en su rol como jefe de Estado debió ser imparcial ante las investigaciones que adelanta la Corte Suprema.
La situación de Uribe vista por quienes llegaron por primera vez al legislativo, en su mayoría políticos jóvenes, no es más que un tropiezo del exmandatario en su intento de mantener intachable su imagen ante la opinión pública. Sin embargo y pese a la controversia, dicen, no tendrá ninguna repercusión en el interior del Congreso por tratarse del expresidente y político más popular del país.
Contrario a lo anterior, los legislativos que representan a la derecha pero que no pertenecen al Centro Democrático, particularmente los del partido de ‘la U’, no desestiman que esta situación conlleve a una guerra de poderes en el uribismo que sería el detonante de una época de hegemonía.
No obstante también están los congresistas conservadores, liberales, de Cambio Radical y hasta de ‘La U’ que no perciben ninguna amenaza en contra de Uribe más por la habilidad de su defensa que por la gravedad del asunto.
Lo cierto es que la adhesión de ‘La U’ y los conservadores al liberalismo para respaldar la aspiración de Felipe Córdoba a la Contraloría General de la Nación vislumbra la decadencia de impunidad del uribismo en las decisiones en el ámbito político del país.