Nunca he tenido muy claro por qué la primera imagen que se me viene a la mente cuando recuerdo a mi padre está relacionada con el personaje central de la novela Cien años de soledad: el coronel Aureliano Buendía, cuando este era un niño y aquella tarde remota su padre lo llevó a conocer el hielo.
Quizá tiene que ver con el gusto personal por los libros y cuando ese niño se convirtió en coronel “lucía un bigote denso de puntas retorcidas que acentuaba la angulosidad de sus pómulos”, se lee en el capítulo 7 de la obra.- Entonces le daba una miraba a mi papá y era como si el escritor se hubiera inspirado en el bigote del viejo, como le decíamos con todo el debido respeto y una profunda admiración.-
De los temas que jamás llegaron a ocupar tan siquiera un segundo entre los que pudimos tocar cuando yo tenía la edad de usar bigote y él ya había engendrado a sus ocho hijos, era ese gusto que tuvo por lucir a la orden del día aquel conjunto de pelos que le nacían sobre el labio superior, debajo de la nariz, pero no me atreví en dar el paso siguiente, quizá porque a lo largo de la historia aquellos rizos fueron utilizados como símbolo de la masculinidad y presentía muy clara su respuesta.-
Pero hoy vinimos a otra cosa porque resulta que esta semana, cuando andaba en la búsqueda de temas que no tuvieran relación con los escándalos políticos ni con las malas noticias, me encontré con el primer párrafo de la autobiografía de Agatha Christie donde leí: “Una de las mejores cosas que le pueden tocar a uno en la vida es una infancia feliz. La mía lo fue”.- Más adelante dice: “Al mirar hacia atrás, veo que el nuestro era un hogar feliz, gracias, en gran parte, a mi padre, que era un hombre muy complaciente. En nuestros días no se da mucha importancia a esta cualidad. Se suele preguntar si un hombre es inteligente e industrioso, si contribuye al bienestar común, si tiene influencias”, dice la escritora y dramaturga británica más vendida de todos los tiempos, apenas superada por la Biblia y Shakespeare.-
Y es allí cuando el recuerdo se me viene más a fondo porque con el paso del tiempo el adjetivo “complaciente” era el que mejor le quedaba a mi papá, lo cual no significa para nada una excusa como para olvidar su rigurosidad cuando alguno de sus hijos pretendía salirse de la línea por la que siempre nos llevó.- Ahora bien, no se necesita tener los poderes de la adivinación para saber que este domingo 18 de junio muchos nos ocuparemos de festejar esta fecha en homenaje a los padres, que, según cuenta la historia, es una celebración que surgió cuando Sonora Smart Dodd, nacida en Washington, Estados Unidos, decidió reconocer el esfuerzo y dedicación de su padre, quien, al morir su madre, se hizo cargo de la familia, lo que implicaba cuidar a todos sus hijos.-
Fue en el año 1909 cuando Sonora Smart Dodd formuló esta propuesta sin obtener buenas noticias, hasta que gracias a su insistencia, el 19 de junio de 1910 en Spokane, Washington se celebró por primera vez el día del padre, en honor al cumpleaños del padre de Sonora, hasta que 14 años después el presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge, apoyó la idea y convirtió el Día del Padre en una celebración nacional.- Entonces tuvieron que pasar muchos años cuando Lyndon Johnson firmó la proclamación presidencial que declaraba el tercer domingo de junio como Día del Padre, celebración a la que se plegaron la mayoría de países del continente americano.- Era 1966.-
Pero como para los gustos los colores, no en todos los países celebran esta fecha tal cual sucede en Colombia.- Para la muestra varios botones: en Rusia, por ejemplo, es el 23 de febrero; el 19 de marzo lo hacen en Marruecos, Bélgica, Bolivia, Croacia, España, Honduras, Italia, Portugal y Suiza.- En Corea del Sur es el 8 de mayo, mientras que en Dinamarca fue el 5 de junio y para el 12 de noviembre será en Indonesia; el 5 de diciembre en Tailandia y cierra Bulgaria el 26 de diciembre.- Son datos inservibles, yo sé, pero es bueno saberlos como tema para cuando no tengamos nada de qué hablar con el vecino en la fiesta dominical.-
Ahora vamos un poco más atrás en el tiempo y nos damos cuenta que el concepto de padre a través de la historia ha evolucionado en forma paralela al de la familia, porque antes del padre existía el cabeza o jefe, fundador de una tribu o un clan. Después vendrá el hombre que pueda tener hijos con una mujer y es allí, en ese preciso momento, cuando nace el concepto de padre y de aquí el de familia.-
Narran que en Grecia y en Roma no era suficiente la paternidad biológica porque el padre debía reconocer al hijo o hija y hasta podía hacerlo con uno que no fuera biológico. El padre era un rey, un emperador, tenía un poder ilimitado, teniendo derecho de vida y muerte sobre su familia.- Así eran las vainas y por eso durante el cristianismo, el lugar del padre continuó siendo hegemónico.- Nos guste o no, desde los orígenes del cristianismo, la familia fue considerada como una monarquía por derecho divino. El padre, el marido, es un amo que tiene como función explicar y hacer aceptar la obediencia absoluta al Padre universal.-
En los albores de la Edad Media, por ejemplo, la familia se diferencia según el nivel económico y social y la familia urbana se constituye en el modelo de la familia occidental en donde el hijo mayor hereda los bienes, otro hijo será sacerdote y a las hijas se les organiza el matrimonio.- Tal cual.- Más tarde, en el Renacimiento, el padre siguió teniendo autoridad total sobre la mujer y los hijos, y es a partir del siglo XIX que empieza a tener ciertas limitaciones.- Por un lado, se encuentra bajo presión de las reivindicaciones de las mujeres y los hijos y por otro, el Estado va a ejercer una mayor tutela, sobre todo en las familias con más carencias económicas, como forma de proteger a los hijos de la negligencia paterna. El hijo empieza a tener derecho y el padre, obligaciones hacia él.-
Esto, por supuesto, supone un debilitamiento del status de padre, pero es de destacar, que aunque el Estado empiece a limitar los poderes del padre, su figura en el imaginario social seguía permaneciendo como el “padre terrible”, el padre burgués.- Quienes han tenido la oportunidad de leer “Carta al padre”, de Franz Kafka, la que nunca llegó a las manos de su progenitor, saben que allí se percibe la sumisión a la autoridad despótica de un padre arbitrario, sádico y la culpa y el odio que Kafka experimentó hacia él.-
Después de los años 70, en los que las mujeres ganaron en autonomía, comienzan a precisarse las inquietudes sociales en relación a la paternidad. Con la llegada de los años 80, el modelo patriarcal de familia parece estar superado, la mujer tiene responsabilidades profesionales, lo que implica la separación cada vez más precoz del niño con su madre. Al mismo tiempo el niño es el centro de la vida familiar y de las preocupaciones públicas, encontrándose lo que llaman los psicólogos como conciencia de la infancia “exacerbada”.-
Y esa es la gran tragedia del hombre, ser el gran olvidadizo, el amnésico por excelencia.- Porque ese hombre, - como lo escribió uno de los hombres de la radio de México - , que debería tener cinco millones de años de experiencia, regresa a la infancia en cada generación.- Y es que somos muy eficientes en transmitir a nuestros hijos los logros de la civilización, pero ineptos para enseñarles lo más importante: Vivir.- Vivir con todo lo que conlleva esa palabra: entender, comprender o no el mundo y la vida.- Esa vida que necesita de un sentido, de un motivo, de una razón, un qué-hacer-para-algo, que no les damos, que no sabemos darles a nuestros hijos.-
Aparte de lo anterior, en lo que si podemos estar de acuerdo es que existen miles de letras que enaltecen, como debe ser, el papel de la Madre y son muy escasas las relacionadas con la figura del Padre.- Esta vez nos reivindicamos porque hallé esta joya vallenata de la autoría de Camilo Namén Rapalino que se titula “Mi gran amigo”, grabada por el conjunto de Los Hermanos López con la voz de Jorge Oñate en 1971, y que sin duda recoge mucho de lo que uno quisiera haberle escrito a la persona que de una u otra forma fue definitiva en el destino que nos tocó lidiar y que todavía nos falta, gracias a Dios que hizo el cielo y la tierra.- ¡Ah, y nunca he lucido bigote!
Y como lo prometido es deuda, aquí está la letra de esa poesía:
Tan bueno y tan noble como era mi padre,
y la muerte infame me lo arrebató,
esos son los dolores y las penas tan grandes,
que a sufrir en la vida le pone a uno Dios.
Se enlutó el corazón y vino la tristeza,
una viuda llorando de luto me dijo:
“de recuerdo grandioso dejó su nobleza
y la lucha perenne de educar a sus hijos”.
Mi padre fue mi gran amigo,
mi padre fue mi amigo fiel;
mi padre se jugaba conmigo
y yo me jugaba con él.
El día de su muerte yo estaba muy lejos,
y no pude verlo ni cómo moría,
tanto que luchó por sus hijos mi viejo
y no alcanzó a ver la gloria que quería.
Sus hijos en la pobreza siguen estudiando
para hacerle un respaldo a su gran sacrificio,
aunque usted se haya muerto lo seguimos amando,
y llevando en la mano la antorcha del juicio.