La Asociación de Plataneros del Medio Atrato (Aplameda), a través de su área psicosocial y con apoyo de la alcaldía del municipio de Bojayá (Chocó), logró gestionar 20 becas para jóvenes de los consejos comunitarios de Bellavista (cabecera municipal) y lugares apartados como La Loma, Piedra Candela, San José y la comunidad indígena Charco Gallo, en el programa de tecnólogo en Producción Agropecuaria y Ecológica a desarrollarse en el Centro de los Recursos Naturales Renovables La Salada en Caldas (Antioquia).
El centro de formación ofreció el servicio especial de hospedaje y alimentación para aquellos aprendices que por sus condiciones económicas y/o de distancia de su residencia familiar no pueden acceder a programas de formación para el trabajo y la vida, tener un domicilio cerca del lugar de formación, además de espacios para actividades en deporte, arte y cultura.
Antioquia ha sido una experiencia nueva para los jóvenes: costumbres diferentes, en asumir responsabilidades para el desarrollo de sus habilidades, la convivencia, los horarios, cambio de alimentación, y sin duda, extrañar la cotidianidad de las riveras. Han sido los retos más importantes que están dispuestos a enfrentar para adquirir el título como tecnólogos.
Juventud, pobreza y proyectos de vida
Los jóvenes bojayaseños son protagonistas en la construcción social, económica, política y cultural de la región, sin embargo, no existe un alcance real hacia una política pública que logre concretar herramientas que les permita enfrentar las problemáticas, necesidades y los proyectos de desarrollo social y económico que éstos proponen en materia de educación, salud, comunicación, recreación y participación política.
Por ello la necesidad desde las organizaciones sociales en realizar un acompañamiento real e integral a jóvenes afro/negros, mestizos e indígenas del municipio y lograr crear un puente común que posibilite escenarios para su desarrollo personal y profesional, y la libre expresión de sus derechos. En revisar, construir y retomar los proyectos de vida que, a partir de los fenómenos sociales y culturales, y el largo conflicto armado habían desdibujado la idea de una esperanza para ejercer como sujetos políticos al interior de sus comunidades y el país.
En palabras del joven aprendiz Ismael Heredia, estos son algunos de los miedos con los que, ante un panorama de desigualdad y discriminación racial y étnica deben batallar estos jóvenes. “el miedo a la discriminación, al color de piel, la falta de oportunidades, y saber que muchos adultos de nuestras comunidades y en especial algunos familiares no creen en nosotros, en que podemos superarnos y que también somos especiales desde las capacidades que hemos desarrollado en el medio”.
Por otro lado, son diversos y complejos los relatos cuando se genera un espacio de escucha, también sus padres, quienes no cuentan con un empleo formal y digno que posibilite ayudar al alcance de los objetivos en los proyectos de vida de sus hijos.
Cualquier oportunidad de acceso a un proceso de formación que llegue al municipio, es una puerta más para la transformación y la realización de la juventud y las familias. Por lo tanto, invitamos a todos los ciudadanos y organizaciones sociales, público-privadas, a formar parte de este proceso y apoyar desde todos los ámbitos a los jóvenes que se forman como tecnólogos, pues aún no cuentan con necesidades básicas para habitar el centro de formación y de transporte.