Tengo una buena historia para contar. En el ya lejano 2001 nacía al calor de las masas y de las nunca benditas recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, la Organización Colombiana de Estudiantes (OCE) con el objetivo de defender y dignificar la educación pública. Nació con la idea de que la educación necesaria para el desarrollo del país debía ser científica: que buscara la verdad en los hechos y en la práctica, y no en dogmas ni mitos incuestionables.
Luego, en 2018, varias organizaciones fundidas en una amplísima unidad por la defensa de la educación superior, lograron en total 5.85 billones de pesos para atender diversos asuntos que aquejaban entonces a las instituciones de educación superior, entre ellos una suma importante para atender específicamente asuntos de ciencia, tecnología e innovación (CTeI).
Sin embargo, a la hora de revisar indicadores concretos, la historia ha tenido un desarrollo lúgubre, a pesar del esfuerzo organizativo y luchador de los estudiantes y debido a la nula voluntad política de los sucesivos presidentes que han gobernado en contra del desarrollo del país: durante el período duquista la inversión en CTeI en Colombia ha oscilado entre 0.23% del PIB nacional y 0.29%, una cifra muy pobre si se tiene en cuenta que la promesa de Duque había sido elevar el indicador hasta 0.7%, y que países con alto desarrollo en el sector como la República de Corea e Israel invierten un equivalente superior al 4% de su respectivo PIB.
Además, existe un detalle que no se puede olvidar: Iván Duque y sus secuaces redujeron en 20% el rubro de CTeI en el presupuesto general de la nación para el año 2022.
En el contexto electoral actual, puedo afirmar sin temor a equivocarme, que solo existe un candidato con pleno acierto a la hora de abordar el problema de CTeI en sus propuestas: Sergio Fajardo.
En primera instancia porque el diagnóstico es preciso y se resume en dos afirmaciones: La ciencia en Colombia está desfinanciada y además contamos con pocos investigadores y se invierte poco en el talento humano.
En segunda instancia por el cúmulo de propuestas concretas y realizables expuestas en su programa de gobierno: Triplicar la inversión en CTeI en los próximos 4 años, de modo que en 2026 se alcance el tan anhelado 1% del PIB invertido en el sector científico.
Duplicar el número de investigadores, priorizando los institutos y centros de investigación, así como las regiones con mayor déficit de investigadores.
Y si se apunta la más ambiciosa: la creación de 5 grandes centros de investigación ligados a sectores económicos clave para el desarrollo: agro, industria, transición energética, salud y bioeconomía. Adicional a esto el documento le otorga en la ejecución de esta parte específica del programa un papel principal al sector público.
A contramano, quienes encabezan las encuestas electorales ofrecen, por el lado de Federico Gutiérrez aumentar la inversión hasta 0.5% del PIB, con un detalle que resalta a la vista al otorgarle un papel “excesivamente protagónico” al sector privado, todo adobado con la frase más dogmática repetida por el presidente saliente: Colombia y la 4ª revolución industrial.
Por el lado de Gustavo Petro existe un detalle que no es de menor cuantía: NO se compromete con ninguna cifra concreta en materia de inversión pública para el sector científico.
Las menciones al respecto en el programa de gobierno están en más de un 50% ligadas a la transición energética y al cambio climático, dejando de lado otros sectores tanto o más importantes, y ligado a esto parece concentrado en convertir al país en una gran maquiladora de tecnología al servicio de transnacionales del sector medioambiental.
La mejor propuesta para Bolívar y el Caribe
El caribe es ni más ni menos que un reflejo de la situación desastrosa en materia de CTeI del país. Sólo los departamentos de Atlántico y Bolívar sacan nota “aceptable” con una inversión en investigación y desarrollo equivalente a 0.11% del PIB de cada departamento.
Bolívar es el segundo en la región con mayor capacidad de producción científica, pero con un agravante “Por otra parte, Capital Humano e Investigación ha presentado una clara tendencia a la baja desde el 2019.”
(https://ocyt.org.co/wp-content/uploads/2022/04/IDIC_2021_Documento.pdf),
es decir que a pesar de ser el segundo mejor ha venido perdiendo puntos en un aspecto clave para el desarrollo científico, lo cual es malo, pero no es peor que lo que sucede en los departamentos restantes (excluyendo Atlántico), como Sucre y Cesar que para el año 2018 contaban entre los dos con solo 14 investigadores ligados y activos en el sector científico, o como el departamento de La Guajira rankeado como uno de los peores en materia de innovación sólo superado por Vaupés y Vichada, según el índice departamental de innovación en Colombia calculado por el observatorio de ciencia y tecnología.
Es así que la región caribe y en particular el departamento de Bolívar no puede ignorar que lo necesario es aumentar sin dudar la inversión en ciencia y tecnología, promover la formación de científicos e investigadores para que a su vez aumente el recurso humano disponible, y que el único programa de gobierno que condensa tales ideas es el de Sergio Fajardo Valderrama.