Inicia el proceso de inscripción de cédulas y así la primera medida para acabar, en democracia y por las urnas, al uribismo y la derecha tradicional. En el marco de paro nacional, se deberían convocar jornadas masivas de inscripción de cédulas, exigirle a la Registraduría que llegue hasta los rincones más recónditos de la geografía nacional para que millones de colombianos puedan participar en las elecciones más importantes en décadas. Estoy seguro de que serán los tiempos electorales en los que podremos liquidar al uribismo y su régimen de terror, corrupción y barbarie.
Debemos lograr que en el 2022 se registren los niveles más altos de participación, con millones de jóvenes dándole forma a su indignación a través de las urnas; millones de campesinos desechando a los políticos que los han reducido a la miseria y el abandono, y a los desencantados, dándoles la valiosa oportunidad para redimirse y reconocer que con su apoyo al uribismo condenaron a las nuevas generaciones a un país inviable.
En nuestra cédula, ese documento tan pequeño y esencialmente poderoso, se encuentra la fuerza suficiente para acabar con la perversa sombra de Uribe, derrotar a un gobierno genocida y a toda la clase política tradicional, saqueadora y depredadora. También será la oportunidad para honrar la memoria de cientos de víctimas, muertos y desaparecidos que, en medio del paro nacional, han perecido en las calles defendiendo nuestros derechos y reclamando por un país mejor. Debe ser un acto realizado en dos tiempos.
El primero será el 13 de marzo en las elecciones al Congreso. Esa rama del poder público tan desprestigiada, pero fundamental en el equilibrio democrático. Muchos de los congresistas que negaron la moción de censura a Molano y auspiciaron la reforma a la salud, buscarán reelegirse en propiedad o en cuerpo ajeno. Todos son de partidos tradicionales, corruptos y clientelistas. El primer acto consistirá en sacarlos del Congreso, impedir que conformen mayoría en 2022 y reducirlos a su mínima expresión. No necesitamos quemar el Capitolio, no, solo debemos votar por listas y candidatos alternativos, colombianos que sean dignos de ser llamados “padres de la patria”.
Solo tengo una certeza: cambiando el Congreso cambiamos el país.
El segundo tiempo será el 29 de mayo, tal vez, podría ser el día más importante para toda una generación. Será un día donde toda la dialéctica social que viene sacudiendo al país podrá converger para derrotar, de una vez y por todas, la carga siniestra del uribismo, a la clase política tradicional y especialmente a Duque, el peor presidente desde que existen registros. Debe ser un plebiscito contra el uribismo y los violadores sistemáticos de derechos humanos, por eso, debemos salir a votar berracos e indignados.
Berracos porque nos duele el país y no podemos permitir que la élite saqueadora sigua acumulando riqueza mientras millones solo pueden comer una vez al día; berracos porque ya no aguantamos más; berracos porque el uribismo condenó a toda una generación a la miseria y la falta de oportunidades; berracos porque nos negamos a que la guerra sea una eterna imposición de élites inhumanas y degradadas.
Indignados porque desde el 21N nos hicimos sentir en las calles, sin la anestesia del conflicto armado y el coco de la guerrilla, de las calles vamos a pasar a las urnas, masivamente y por millones, para derrotar en primera vuelta a “los mismos con las mismas” y así propiciar un punto de quiebre histórico; indignados porque en el paro nacional quedó en evidencia que a los políticos no les interesa la vida y defendieron al ministro de Defensa, un ser perverso que no ha tenido la más mínima empatía con las decenas de víctimas que ha dejado la brutalidad de la Fuerza Pública. Indignados porque nos quieren hacer creer que la pobreza y la miseria es nuestra responsabilidad, que solo somos unos “resentidos” y envidiosos de la riqueza de una élite que a punta de narcotráfico y despojo tienen un “estatus social”.
En las urnas vamos a recuperar nuestra dignidad y a derrotar a esa minoría de insensibles que creen que el país es su finca de recreo.
En el 2022 podremos cambiar el mapa político del país. Renovar el Congreso para que no resulte eligiendo a los amigos del presidente y los corruptos en los órganos de control. Que legisle con empatía y para la vida. Si es posible, también debemos ganar en primera vuelta, deponiendo egos y arrogancias, ya es claro que nuestra división en 2018 permitió el retorno del uribismo y todo su sistema de terror. Si ganamos en primera vuelta tendremos la legitimidad social suficiente para transformar el país y arrebatárselo a las élites corruptas. No nos podemos volver a dividir porque en ellos no existe la división y tienen a su favor todo: el aparato institucional, los grandes medios, la plata del narcotráfico y la corrupción. Nosotros solo nos tenemos a nosotros mismos, nada más, pero es suficiente para acabarlos. Solo el pueblo salva al pueblo.
Así que a inscribir la célula y no bajar la indignación hasta el 2022. Porque en ese plebiscito contra la corrupción y los violadores de derechos humanos debemos salir a votar: berracos e indignados.