Las noticias acerca del posible enriquecimiento veloz de Luis Alberto Rodríguez, uno de los directores del DNP del gobierno que culmina el próximo 7 de agosto, así como de la cadena de corrupción que se construyó alrededor de cuantiosos recursos para la paz, son inéditas. No por el robo de recursos públicos, lamentablemente usual en el sector público colombiano, como por el involucramiento de funcionarios de Planeación Nacional en el atraco.
La mermelada, maldita mermelada, proveniente de las regalías, alcanzó para todos los “armadores de juego”: entidades a las que se le adjudicaron recursos, políticos que contribuían a armar el rompecabezas para el tránsito exitoso de las aprobaciones, funcionarios de los niveles territoriales, incluyendo los de los ministerios del orden nacional…y, qué dolor, del DNP. La labor técnica de viabilización de proyectos, priorización, determinación de entes ejecutores, seguimiento y monitoreo en el marco de los OCAD (“Organo colegiado de administración y decisión”, del sistema general de regalías, con tales funciones) se convirtió en un servicio tasable en el mercado de la corrupción. El mugre se encuentra en los distintos OCAD, incluyendo el de la Paz, que asignó alrededor de 7 billoncitos de pesos… con peajes incluidos. Vergüenza.
Qué vergüenza, aquellos pocos funcionarios de Planeación que le vendieron el alma al diablo. Escándalo de una dimensión que no se conocía en la historia de 64 años del DNP. El daño reputacional es irreparable. Quienes valoramos al DNP esperamos que pueda ganar algo de la confianza perdida.
Planeación Nacional (DNP) cumple este año 64 años. Una entidad sui generis en América Latina que, pese a depender de Presidencia de la República, ha sido, en general, respetada por la cabeza del ejecutivo en los 15 gobiernos desde 1958. Ha podido aplicar, con algunas excepciones, criterios meritocráticos en la elección de sus funcionarios y, por ello, puede hablarse de continuidad institucional, elemento que no suele estar presente en los ministerios. Ha sido el semillero por excelencia de dirigentes técnicos de primer nivel en Colombia.
Planeación puede asimilarse al tanque de pensamiento del país, una entidad con la capacidad de trazar políticas de largo plazo en el marco de los planes de desarrollo. Las propuestas de las diferentes misiones organizadas por el DNP no tienen par (empleo, política exterior, infraestructura, generación de ingresos, logística, fortalecimiento del sistema de ciudades, transformación del campo, crecimiento verde, internacionalización, entre otras): contienen los más idóneos diagnósticos y las más rigurosas formulaciones de políticas públicas.
La capacidad de adaptarse a los cambios y, también, de promoverlos, no tiene igual en el sector público colombiano. En el contexto de una institucionalidad altamente centralizada en los años 80, Planeación lideró la trasferencia de funciones tanto a otras entidades del nivel nacional como a los entes territoriales (departamentos y municipios). Pocos recuerdan, por ejemplo, que el DNP manejaba la fijación de tarifas de los servicios públicos, así como la evaluación de la calidad en su prestación. Tales funciones, por iniciativa de Planeación, fueron “cedidas” por el DNP y están a cargo hoy de otras instituciones.
La entrega de funciones a los departamentos, tanto aquellas relacionadas con el ámbito social (especialmete educación), así como con servicios de infraestructura (saneamiento) fue liderada por el DNP. El traslado de un docente de un departamento a otro era cuestión dirimida en Bogotá…
La tarea del DNP en el apoyo técnico a la Constituyente, particularmente en materia de descentralización, fue irremplazable.
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La distribución de las regalías cambiaron a Planeación: ha tenido que concentrarse en detalles de orden micro y administrativo, enredándose algunos de sus funcionarios en los hechos conocidos
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No existe manera diferente de contar con un recorrido documental de la política pública en los 64 años del DNP que recurrir a los documentos Conpes de Planeación.
El lunar: el cuento de las regalías. Pareciera, con los hechos de corrupción conocidos, que los antiguos “auxilios parlamentarios”, eufemísticamente conocidos como “partidas presupuestales para el desarrollo regional”, funcionaban con mayor transparencia. Las normas pactadas a partir del 2011 sobre la distribución de las regalías cambiaron a Planeación Nacional: ha tenido que concentrarse en detalles de orden micro y administrativo, enredándose algunos de sus funcionarios en los hechos conocidos.
No sólo ignoramos el nivel de malgasto de los recursos provenientes de las regalías, de los niveles de corrupción asociados, sino que Planeación Nacional ha descuidado su tarea principal: su contribución a la visión estratégica de un país equitativo y productivo.
El gobierno entrante tiene la oportunidad de recuperar la reputación del DNP.
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