Lograr la igualdad entre las personas no es solo cuestión de ideas, sino de acciones concretas. La igualdad avanza cuando la proclamamos y la creemos, pero se fortalece cuando identificamos las áreas donde persisten las desigualdades. Sin embargo, se convierte en algo realmente transformador únicamente cuando proponemos y logramos los cambios necesarios para hacerla efectiva.
Entre estas medidas necesarias, es fundamental avanzar hacia la igualdad material entre los integrantes de una pareja. Un paso adicional y significativo sería incluir los aportes a pensiones de ambos miembros como parte de la comunidad de bienes.
La ley debería estipular que los aportes realizados por cualquiera de los dos para su pensión futura formen parte del patrimonio común. Si la pareja continúa junta, ambos disfrutarán de los ahorros, pero si se separan, el total acumulado debería dividirse equitativamente entre ambos, sin importar quién realizó los aportes. Así, cada uno partiría con la mitad del total ahorrado durante la relación.
Esta reforma permitiría reconocer el valor del trabajo no remunerado de quien decide quedarse en casa para cuidar de los hijos o administrar el hogar, equiparándolo al trabajo remunerado de su pareja. Este reconocimiento sería un avance significativo en la igualdad material.
Además, esta medida simplificaría los conflictos legales sobre quién tiene derecho a la pensión en caso de fallecimiento. Con esta reforma, el ahorro acumulado durante cada relación se dividiría proporcionalmente entre las parejas sucesivas. Así, cada compañero o compañera recibiría lo que le corresponde por el tiempo que compartieron, eliminando discusiones y permitiendo una solución más equitativa.
Incorporar los aportes pensionales como parte del patrimonio común sería un paso crucial hacia una sociedad más justa y equitativa
Con el paso del tiempo, la ausencia de una norma como esta genera situaciones de dependencia económica. La persona que ha trabajado en casa, sin ser titular de la pensión, queda atada a su pareja por temor a perder los derechos sobre el ahorro común. Una ley como esta eliminaría ese “chantaje silencioso” y promovería relaciones más equitativas.
No hay razón para que el patrimonio común de una pareja, como bienes inmuebles o ahorros, sea compartido equitativamente, pero no se aplique la misma lógica a los aportes pensionales. Si todo lo que se construye juntos pertenece a ambos, los ahorros para la pensión deben seguir el mismo principio.
En el contexto actual, donde se debaten reformas laborales y de pensiones, es el momento ideal para identificar y corregir estas inequidades. Si no se logra en el Congreso, podemos confiar en que la Corte Constitucional, que ha sido un faro de progreso en materia de derechos, reconozca esta necesidad y tome acción.
El camino hacia la igualdad real requiere acciones que transformen las estructuras existentes. Incorporar los aportes pensionales como parte del patrimonio común sería un paso crucial hacia una sociedad más justa y equitativa.
