Como torre de Babel o torre Eiffel, subieron doblados, los precios de los artículos de la canasta familiar, causando malestar, desazón en los integrantes de las familias colombianas más vulnerables.
Año tras año, la mayoría de las familias asalariadas de Colombia, crean expectativas esperanzadoras con la suba del salario mínimo, y más aún en el año 2022, en donde el salario mínimo quedó 1 017 172, creyeron que la presente suba les traería bienestar y calidad de vida en cada uno de sus hogares.
En realidad el incremento del salario mínimo no ha sido visto ni acogido con ojos halagüeños, por parte de las familias colombianas, todo ello ante el calvario de los incrementos delirantes, de los precios por parte de los propietarios de las tiendas de barrio, carnicerías, supermercados, mini mercados, farmacias, restaurantes etc., quienes desplayados y desplegados como verdolaga en playa, ordenan a sus empleados unos en pie, otros arrodillados y otros sentados, con su máquina en mano y su TIC tac, día a día para que fijen los precios a los productos de norte a sur, de oriente a oeste de sus establecimientos dentro del territorio colombiano.
La subida en la carne como el solomo extranjero desde $14 000 a $18 000 pesos, y el solomo redondo desde $19 000 hasta a $ 20 000 y en algunos lugares los cobran hasta más, no se ha hecho esperar, ocasionando intranquilidad y resignación a los feligreses de algunas comunidades religiosas, quienes de forma imaginativa crean la idea, de que comer carne en este año de 2022, en cuaresma o en semana santa ya no es pecado, sino que es un milagro lograr adquirir y servir una porción de carne, para degustarla en un plato ya sea con papas, arepas, plátanos preparados en patacones o con tajadas, arroz, así sea con gran esfuerzo, debido que el precio de estos otros productos están también por las nubes.
Al examinar las reacciones y las respuestas que esta escasez y carestía provocan y que algunos pretenden achacar tal carestía a los paros, a los represamientos de los contenedores llenos de mercancías en los puertos o a la pandemia, se podría pensar que la carestía no es solo producto de las anteriores manifestaciones o actos, sino también por culpa del alza de los aranceles, por la inestabilidad de los productos, por las importaciones, por el monopolio, por la falta de nombramientos de un gran número de inspectores de SIC con calidad y éticos en su desempeño, para que supervisen y controlen los precios de los diferentes productos.
¿Será que en Colombia se estará presentando y permitiendo, más importaciones que exportaciones? ¿Será que el monopolio y el dedopolio estarán haciendo su agosto, para que las familias asalariadas nunca salgan a flote?