En Colombia y en el mundo, los fascistas están al ataque

En Colombia y en el mundo, los fascistas están al ataque

En su lucha contra todo lo que huela a comunismo, muchos terminan incurriendo en las conductas que tanto critican

Por: Octavio Cruz González
diciembre 09, 2020
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En Colombia y en el mundo, los fascistas están al ataque
Foto: Pixabay

¿Por qué el fascismo y los fascistas recalcitrantes se van permanentemente lanza en ristre en contra de todo lo que suene, huela o se le parezca a comunismo, socialismo y hasta en contra del mismísimo liberalismo?

Aunque parece una simple pregunta, porque sus respuestas resultan demasiado sencillas, y sin llegar a profundizar demasiado en el tema, conlleva varias explicaciones, según el movimiento al que se estén oponiendo o rivalizando. De allí que la primera explicación parta de la similitud que el fascismo tiene con el comunismo, por ejemplo, pudiéndose llegar a catalogarlos de movimientos siameses en la mayoría de sus postulados, cuando en los fundamentos de sus filosofías ambos movimientos se sustentan y exigen unas rigideces disciplinarias de sus seguidores a ellas, lo que los termina convirtiendo en fanáticos enceguecidos, muchas veces desbordados por la violencia con que asumen su convicción.

En ambos casos, con un fuerte apego a las cadenas de mando, además de profesar una fe mesiánica en quienes consideran las cabezas visibles de los respectivos movimientos, que como táctica utilizan la mimetización en partidos con nombres (los más democráticos posibles), donde la gran diferencia se centra en los objetivos que persiguen. El fascismo se concentra en mantener los privilegios de las clases dominantes, mientras que el verdadero comunismo, no el que hasta hoy como humanidad hemos conocido (porque quienes lo han intentado aplicar al ponerlo en práctica han terminado beneficiando a las elites de sus partidos), persigue la abolición de las clases y busca que los beneficios sociales se irriguen en todas las esferas de la sociedad, sin distingo de clases, con otra gran diferencia, ya que el comunismo designa al Estado como el ejecutor de sus políticas, y el fascismo prefiere un Estado minúsculo, ojalá solo escrito en el papel para que no estorbe a los intereses de sus directivos y beneficiarios.

Considero entonces que, en el caso de estos dos movimientos totalitarios, su enfrentamiento filosófico radica en las grandes similitudes que poseen en sus estructuras de mando, y en que sus seguidores se transforman en fanáticos, incluso llevando a varios de ellos hasta los extremos de la máxima violencia, pudiendo llegar a asesinar, sin remordimientos y con las justificaciones necesarias, a sus opositores si se llega a esa coyuntura.

En el otro caso, el del fascismo en contra del socialismo, las diferencias son más marcadas y específicas, pues radican en que el socialismo, por lo general representado por las socialdemocracias, propende por llevar las bondades de los Estados de derechos a todos los niveles de una sociedad, trasgrediendo el objetivo principal del fascismo puro, que solo permite esas bondades sociales entre sus líderes, aspirando exclusivamente a que los ciudadanos del común cumplan el papel de serviles y de mano de obra de los países donde sus postulados imperen.

En cuanto al odio de los fascistas en contra del liberalismo, podríamos insinuar y asegurar que radica en el más importante de los principios que el liberalismo propone: que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ante el Estado, lo cual es una apostasía para un fascista de base, aunque puedan parecerse en el punto que se refiere al derecho que tiene la propiedad privada como fuente del desarrollo. Sin embargo, las diferencias se acentúan en cuanto que el liberalismo promueve la iniciativa individual, mientras que el fascismo la aplica solamente entre sus directivas, además que existen otros grandes antagonismos, ya que el liberalismo postula la necesaria separación de la religión del Estado mientras que entre los fascistas se consideran los elegidos por los dioses que las religiones designan.

Espero con esta sencilla y hasta primaria explicación ayudar a dejar en claro por qué los fascistas, especialmente los colombianos, no se cansan, y no lo van a dejar de hacer, de despotricar contra todo tipo de movimientos políticos que reclamen justicia social y busquen concluir con las inequidades, circunstancias que obligatoriamente terminan con sus abusos. Para cerrar, no podemos soslayar que desde que el uribismo llegó al poder eso es lo que viene haciendo, inclusive utilizando herramientas inmorales, hasta el punto que pueden ser delincuenciales.

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