Muchos ciudadanos intentamos hacer las cosas de la forma correcta a través del diálogo o de las marchas pacíficas. Pero si algo nos ha demostrado el Gobierno, tanto local como Nacional, es que eso no sirve de nada.
Toca morirse en un andén y que el cuerpo quede expuesto por horas para que se den cuenta que hay crisis en la salud; necesitamos perder la cara (y la dignidad) para que noten que nos queman con ácido y se queda impune; no nos queda más remedio que obstruir las vías para demostrar nuestro inconformismo y confirmar que sí hay feminicidio.
Nuestros dirigentes sólo nos muestran caminos de violencia ¿Esa es la paz que tanto gestiona el Gobierno? ¿O será que sólo es fachada para ganar adeptos extranjeros y obtener un nobel que francamente no se merece?
Es ridículo pensar que hasta el propio Congreso se oponga, junto a la comunidad que manifestó, a la venta de Isagén. Algo que se ve tan turbiamente irregular, con un sólo proponente y no pase nada.
Pareciera, y no quiero equivocarme, que al Gobierno se le olvida que a quien sirve es al pueblo.
¿Qué nos queda entonces a los ciudadanos de a pie, que no gobernamos, que no somos ricos, que no tenemos ninguna clase de poder aparte del voto, para hacer en estos días fuera de elecciones y poder cambiar las decisiones de dirigentes que demuestran que no les importamos?