Esta farsa teatral de algunos renombrados periodistas y jefes de redacción, tiene una relación directamente proporcional con la imagen antihéroe que han ido construyendo históricamente los medios de comunicación sobre la insurgencia, mostrándola como la culpable de la tragedia, el baño de sangre, etc. e inversamente proporcional con la imagen de héroes del ejército y la policía salvaguardas de la Constitución, la población y la patria.
La pregunta es qué derecho y autoridad ética les asiste a los grandes medios de comunicación, para asumir posturas y juzgar un actor y absolver otro, cuando históricamente han sido cómplices de los crímenes del Estado cometidos contra las comunidades campesinas, los sindicatos, las comunidades indígenas, las organizaciones estudiantiles, defensores de DDHH, partidos políticos (UP); cenicientas de una clase dominante que ha hecho uso de todos los medios posibles, incluido el paramilitarismo, para perpetuar su poder y asegurar sus enormes fortunas.
Al presentar sistemática y constantemente una imagen burda, bárbara, de culpables de la tragedia histórica que ha sufrido el país, a la insurgencia; al mismo tiempo están limpiando las manos y la imagen de una clase que ha recurrido a todo tipo de medios, militares, genocidios, masacres, encarcelamientos masivos, desapariciones de miles de ciudadanos, para preservar sus intereses.
La construcción de una sociedad democrática, en paz y buscando constantemente el camino a la justicia social y la dignidad de sus gentes, no se va a construir jamás con unos medios que siguen completamente comprometidos con este modelo fallido de sociedad que tenemos.
No puede ser que le sigamos vendiendo la idea al país de que juzgando a los responsables de los ejércitos enfrentados, el institucional, el paramilitar y el rebelde alcanzamos la paz; mientras más de 13 mil “no combatientes” de los que habla Santos, y que propone perdonar el ex presidente Cesar Gaviria, el más grande combo de criminales de cuello blanco, empresarios, terratenientes, comerciantes, altos ejecutivos, y altos cuadros de la oligarquía, funcionarios de las ramas de justicia, la fiscalía, etc. se alistan para comprar gratis su pase a la nueva etapa de paz sin ser juzgados, ni ellos ni sus fortunas, ilegalmente obtenidas, que deben ser confiscadas para reparar las verdaderas víctimas de este país que existen por millones, sin que esta gran banda de “no combatientes” dé cuenta de los crímenes que perpetraron otros a su nombre.
Por eso causa repugnancia que los medios de comunicación vengan ahora a asumir la función y el papel que no asumió jamás una justicia siempre en favor de los poderosos, ni un Estado y sus instituciones que nunca han defendido el sentido profundo y real de un Estado de derechos y garantías, que nunca auspiciaron la fórmula clásica de la democracia: a batalla de ideas, profundización de la democracia y las libertades, a batallas de ejércitos, profundización de la tragedia. ¿A cuál de las dos le siguen apostando los medios de comunicación que hoy se rasgan las vestiduras, porque se le abren los micrófonos al otro actor político en la mesa de diálogos?